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El sol calienta fuerte

. Los celulares dicen que, a las 2:30 de la tarde, hay 27 grados aunque la percepción es mucho mayor: la gente se cubre con sombreros de paja que cuestan 30 pesos, con grandes sombrillas y con suéteres que se creen esas sombrillas . Lo que sea es bueno. La idea es mantenerse inmóvil, esperando a que comience la verbena .

A ese sol le harán honores dos horas y media después. En un rito en el que estará su líder espiritual, el presidente Andrés Manuel López Obrador , frente a los representantes de 70 pueblos . Juntos, levantarán la mano a donde se oculta el sol, y luego harán lo mismo a donde nace. Será un evento acalorado en entusiasmo, sobrado en ánimo. Esperanzador.

Cuando el presidente llegue, en torno a las 5 de la tarde, ya habrá muchos insolados por la espera. De momento, personas de todas las edades y lugares del país (de Chiapas, Oaxaca, Tamaulipas, Veracruz…) compran paletas de 5 pesos y nieves de a 10 para apaciguar el bochorno.

“El sol esta fuerte, les pedimos que se cubran. Le pedimos a los ancestros que despejaran el cielo para que vean el nuevo amanecer de México y vean”, dice la presentadora, Jesusa Rodríguez.

La gente aplaude al ver salir a la Banda de Tlaxiaco, Oaxaca. Hay una mujer que dice conocer la tonada de canción que interpreta. En realidad miente: Kathya, de unos 45 años, viene de Eslovenia y todo le suena conocido. Dice, en un español entrecortado, haberlo visto esto en las películas, pero alguno se esmera en decirle que esto “nunca había pasado”.

Se refieren a la llamada Celebración cultural por el inicio de la cuarta transformación.

Al entusiasmo de la gente. Jesusa Rodríguez asegura que han pasado 80 años en los que el país no festejaba así. Hablará mucho y muchos no sabrán de qué habla, en lo que esperan a que alguien suba al escenario, mencionará a los volcanes y los ancestros, de los hijos del maíz, del peyote mágico; dirá: “Todos, todas y todes”, y alguno se preguntará: “¿Por qué dice ‘todes’? ¿De dónde será?

El espectáculo seguirá con bailes representativos de muchos estados: los viejitos de Michoacán, las Pastoras de Querétaro, el Toro de Petate de Guerrero, los Chinilos de Morelos, los Jarochos de Veracruz, El Venado de Sonora y Sinaloa. Todos aplaudirán al ver uno que represente su estado, le dirán a la eslovena que eso es México. Y ella aplaudirá mientras toma agua como si se hallara en un desierto.

Algunos reprocharán el que no los dejen ver las sombrillas. Gritarán: “Abajo las sombrillas”, y una vez cerradas éstas, dirán: “El pueblo, unido, jamás será vencido”. Es una buena broma. Pero como serán dos horas de espectáculo tradicional, terminarán por abrir las propias sombrillas. Dirán: “¿Todavía falta otro baile?”.

Ellos querrán ver a López Obrador. Se preguntan por qué hay una valla frente a ellos. Una que está ahí para no mezclarse con los invitados especiales, que impedirá que la gente se acerqué. En esa zona VIP, saludarán desde lejos a uno de los hijos de Obrador y de cerca al diputado Fernández Noroña, que se aproximará para saludar. Eso sí, todos se reirán cuando haga lo propio Paco Ignacio Taibo II: le recordarán su pifia de “meterla doblada”. Y no faltará la que diga: “Hay niños, señores”.

Poco antes de que salga el presidente, antes de que los 70 pueblos lo colmen de ritos, los del área restringida comenzarán a llegar. Lo harán tan a cuenta gotas que la presentadora los regañará: “Estamos dando la bienvenida al nuevo sol y la luna de México. En este nuevo mundo de igualdad y respeto, respetemos a la gente que llegó temprano. Siéntense para que ellos puedan ver”, dirá. “Ya siéntese señora”, bromeará uno. “Mejor hínquense”, dirá alguien más.

En el área VIP alguien verá a la actriz Galilea Montijo. El grito será uniforme y fuerte: “¡Fuera Televisa, fuera Televisa!”. La que preside, Jesusa, los secundará: “Ya que nos importa eso, van a quedar a un lado, la grandeza de México está lejos de la mezquindad”, dirá.

La eslovena necesita ayuda, se sofoca. Dice que allá no hay tanta gente, ni aglomeraciones. Los presentes la apoyan haciendo “un hueco”, justo cuando, por fortuna, el sol esta bajando. La gente aplaudirá entonces al lado opuesto de donde se pone el sol: López Obrador saluda de mano en mano.

Junto a él harán varios ritos ancestrales: al Oriente, al Poniente, con la mano arriba, con la vista abajo… de rodillas. Alguna llorará al escuchar el ahogo de un indígena que pondrá así, de rodillas, al propio presidente. Lo escucharán más de dos horas: “No estás solo, no estás solo”.

El sol no está, ahora hace un aire fresco. El calor sigue. Regina Orozco canta “Como se pueda”, acompañada de la Orquesta Sinfónica Nacional, presumiendo su vestido blanco y negro con un águila. Luego, Eugenia León, “México lindo y querido” y, después, todos, “Cielito Lindo”. Luego Regina regresará para cantar con dos artistas indígenas. Muchas de las personas no verán eso, cantarán su propia melodía mientras se aglutinan a las calles aledañas al Zócalo: “Sí se pudo. Sí se pudo”.

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