El hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ovidio Guzmán López “El Ratón”, presuntamente detenido y luego liberado durante un operativo en Culiacán, Sinaloa, comparte una devoción con otro capo de renombre: Pablo Escobar.

El jueves, tras distintas balaceras en Culiacán, una imagen trascendió en redes sociales: las fotografías en las que se le ve al hijo de El Chapo con una camisa azul y un escapulario del Santo Niño de Atocha .

Pablo Escobar, el fallecido líder del Cártel de Medellín, fue una persona devota practicante, particularmente del Niño Jesús de Atocha.

Incluso, en Medellín, Colombia, se encuentra un altar dedicado al Niño y abajo un mural dedicado al narcotraficante.

Ovidio Guzmán y Pablo Escobar, unidos por su devoción al Santo Niño de Atocha
Ovidio Guzmán y Pablo Escobar, unidos por su devoción al Santo Niño de Atocha

Pablo Escobar profesaba una fuerte creencia religiosa al Niño de Atocha, tanto que portaba estampitas consigo, una influencia de su madre.

En Las Ruinas de Pablo Escobar , publicado en 2003 en Rolling Stone para el diario La Nación , de Argentina, la revista recuerda los 10 años de la muerte del narcotraficante.

Entre otras cosas, menciona que la leyenda de la llegada del santo a Medellín la cuenta una profesora que dada clases en la que fue la primera finca de Escobar.

Doña Hermilda, madre de Pablo, era muy devota de ese niño. Una vez la salvó de un atentado pues no la descubrieron, y desde entonces le tuvo mucha fe.

El santo se lo regaló el “Mexicano”, identificado como Gonzalo Rodríguez Gacha, otro conocido narcotraficante, quien era amante de las cosas mexicanas.

La publicación destaca que el niño es el preferido de los narcos de Tijuana y de Juárez, supuestamente por sus lucrativos favores, y también es adorado por las mafias sicilianas.

La devoción al Santo Niño de Atocha en México se halla extendida por todo el territorio nacional, con especial fervor en Zacatecas, Chiapas, Aguascalientes y San Luis Potosí.

En todos estos lugares, señala el semanario Desde la Fe , la imagen es representada según la tradición española: sombrero de ala y capa de peregrino.

Lleva también un bastón, un recipiente para agua y una cesta para el pan.

El atuendo responde a una tradición oral nacida en Atocha, España, en la época en que los moros invadieron y tomaron a muchos cristianos como prisioneros.

Por eso al Santo Niño de Atocha le rezan los peregrinos y los prisioneros.

Los conquistadores prohibieron a todas las personas, salvo a los niños, entrar a la prisión.

Desde la Fe

relata que, según se cuenta, los prisioneros oraban intensamente por alivio, cuando entró un niño quien, tras bendecirlos, les dio del agua y del pan que llevaba.

Los prisioneros, comieron y bebieron hasta quedar satisfechos, y al final, para sorpresa de todos, se percataron de que la canasta y el recipiente del niño seguían llenos.

La devoción hacia el santo Niño de Atocha inició en el siglo XIII en España, que había sido invadida por los musulmanes.

La Diócesis de Zacatecas refiere que todos los hombres cristianos fueron encarcelados y tuvieron una fuerte restricción, incluso les prohibieron que les llevaran comida.

Las mujeres, preocupadas por la trágica situación, acudieron a orar ante la Virgen María, Nuestra Señora de Atocha, que lleva al Niño Jesús en brazos, pidiéndole que fortaleciera a los presos.

Así corrió el rumor de que un niño pequeño, que nadie conocía, llevaba agua y pan a los encarcelados.

El santo niño de Atocha se considera el santo patrono de los prisioneros, mineros, excombatientes de guerra, narcotraficantes, víctimas de secuestro y migrantes. Tiene un santuario ubicado en la comunidad de Plateros en Fresnillo, Zacatecas.

El narcotraficante Arturo Beltrán Leyva murió rodeado de estampas religiosas, escapularios chinos y bolsas de santería dentro de su pantalón.

asgs

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