La convocatoria para que este miércoles las mujeres no acudieran a trabajar y no realizaran ninguna actividad tuvo poco impacto, pues a diferencia de 2020, se les vio en las calles, escuelas, transporte público y en sus puestos de trabajo.

Hace dos años, a la convocatoria Un día sin mujeres, se sumaron 22 millones de ellas de todo el país. En esa ocasión, las pérdidas económicas alcanzaron 37 mil millones de pesos.

Pero este año fue distinto. A decir de la vocera del colectivo Las Bujas del Mar, Arussi Unda, la situación económica del país, fue uno de los factores que no permitió que las mujeres pararan.

“Fueron varias causas que impidieron que se tuviera la misma respuesta que en 2020, entre ellas la inestabilidad laboral debido a la pandemia. Además, no hubo suficiente difusión y creo que por eso fue difícil lograr una respuesta como la de 2020”, dijo.

La activista considera que hace dos años existían catalizadores importantes para obtener una respuesta masiva: “Había ocurrido un mes antes el feminicidio de Ingrid Escamilla y las personas estaban muy consternadas; poco después fue el de Fátima Cecilia. Es muy raro que un feminicidio cause una indignación de ese nivel. Pero hoy en día, creo que cada vez estamos más acostumbrándonos a la violencia”.

Arussi Unda desconoce si seguirán convocando al paro porque agrega que “tal vez el contexto nos apunte lo que toque el próximo año. Este año quisimos intentar después del Space [en Twitter] que hicimos sobre el tema, pero muchas decían que debía retomarse replanteando con el contexto actual. El error tal vez fue la comunicación”.

Empleada de una tienda de ropa femenina, Lizbeth, de 31 años, comenta que hace dos años el dueño del negocio decidió darle el día a las trabajadoras para sumarse al paro. Sin embargo, este año no fue así.

“En 2020, la empresa se sumó a esta lucha contra los feminicidios, las violaciones y demás abusos contra nosotras, pero este año, no nos dijeron nada. Y una sabe que si falta al trabajo, hay descuento. Yo, la verdad no puedo darme ese lujo”, expresa.

Lizbeth cuenta que gana 320 pesos diarios, que necesita para pagar la renta y servicios, además de que debe enfrentar los gastos que genera su hijo, porque es madre soltera.

“Me hubiera gustado sumarme a esta convocatoria como hace dos años, pero mis gastos mensuales me impidieron hacerlo”.

En la misma dirección se expresa Gabriela, quien hace entregas domicilio para la aplicación Rappi. Aunque dice que es su propia jefa, sabe que si deja de trabajar un día no generaría los 200 o 250 pesos que percibe, y que le sirven para ayudar a su familia.

Refiere que al mes gana alrededor de 4 mil pesos, y que dejar de recibir lo de un día afectaría su economía. “Este martes estuve un rato en la marcha, pero francamente mis gastos me impiden que deje de trabajar un día. Si tuviera una economía más desahogada lo haría, pero no en estos momentos en los que todo está cada vez más caro”, sostiene.

Abigaíl, de 19 años, atiende un negocio de helados y malteadas, en la colonia Juárez. También es estudiante de la UNAM, y su sueldo mensual es de 4 mil pesos.

Asegura que su salario apenas alcanza para el material que le piden en la escuela, y por eso para ella es imposible sumarse al paro. “Ni de chiste podría dejar de trabajar. Lo que recibo cada mes, apenas si me alcanza para comprar lo que necesito”, dice.

Sobre avenida Reforma, Elsa tiene un negocio de refrescos, golosinas y cigarros. Para la mujer de 54 años, y madre de cuatro hijos, tampoco fue posible atender al “nueve nadie se mueve” porque cerrar un día su negocio, le dificultaría enfrentar sus gastos.

“No, no puedo hacer eso. Este martes tuve que cerrar unas horas por la marcha… pero cerrar por esa convocatoria, no lo haría… mis gastos son muchos”, sostiene.

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