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Suchiate.— Las notas de Mi Cucu se adueñaron de la plaza principal de Ciudad Hidalgo y sedujeron a los hondureños, quienes presurosos sacaron sus mejores pasos, bailaron, sonrieron y festejaron que estaban en territorio mexicano, “a la mala”, pero habían entrado. Mientras, del otro lado del río, en Tecún Umán, ciudad de Guatemala, sus paisanos que traían “papeles” aguardaban a que las autoridades mexicanas les permitieran pasar.

Dos canciones después, la marimba, la trompeta y la batería callaron para dejar que se escuchara la voz de una mujer hondureña avecindada en México. A mexicanos y hondureños dijo que era momento de dejar a un lado los colores políticos y religiones para unirse en un propósito: ayudar a los migrantes.

Al caer la tarde, decenas de hondureños realizaron una manifestación bajo el puente Rodolfo Robles, para pedirle a sus connacionales que ya no esperen más y entren a México por el río Suchiate. Después, buscaron un lugar donde al menos pudieran rescostarse. El Centro Social Francisco I. Madero, el estadio, el auditorio, la iglesia, una escuela y las calles: todo estaba repleto de migrantes.

Muchos buscaban quien les ofreciera un alimento, al menos agua. La alcaldesa del lugar, Sonia Eloina Hernández Aguilar (del partido Mover a Chiapas), lanzó un llamado para ayudar en la situación que enfrenta esta localidad: “No hay víveres que alcancen”, aseveró.

Un clavado de siete metros. El cruce masivo por el agua comenzó antes del mediodía. Pequeños grupos se aventuraban a pasar en las balsas, otros comenzaron a hacerlo nadando. Los que no tenían condición se detenían y se agarraban de una cuerda que atraviesa el afluente.

La mayoría se animó a entrar al agua cuando un joven que esperaba cruzar por el Puente Internacional Rodolfo Robles —que divide Guatemala de México— se aventó un clavado al río.

“No había de otra”, otro que también se aventó el clavado de siete metros. “Esperé desde el viernes a las 11:00 horas, sentado bajo el sol y rodeado de policías, con la esperanza de que personal del Instituto Nacional de Migración (INM) me entregara un documento para ser trasladado al albergue de Tapachula, pero no tuve éxito, me desesperé y decidí saltar”.

Ninguna autoridad pudo impedir que los hondureños dejaran el puente, se lanzaran al agua o volvieran a Tecún Umán, Guatemala, para cruzar el río y en menos de 20 minutos, caminar hacia Ciudad Hidalgo, cabecera municipal de Suchiate, para entrar a territorio mexicano.

Durante más de 24 horas, el puente fue un dormitorio de más de 200 metros, donde los hondureños aguardaron el llamado de autoridades migratorias, pero se cansaron de esperar y por eso tomaron el río para llegar a territorio mexicano.

Los rumores proliferaron el sábado, pues decían que el gobierno mexicano en vez de llevar a los hondureños a la Expo Tapachula, donde se habilitó un albergue, los estaban deportado hasta Tegucigalpa, por eso cuando los hondureños llegaban a México, temían ser arrestados.

Entre ambos extremos del puente, los hondureños amarraron un lazo, para darle seguridad a los jóvenes que no cuentan con 10 quetzales (24 pesos) para pagar a los llanteros o balseros en el cruce del Suchiate.

Accidentes. Bajo el puente, unos 30 hondureños cantaron el himno nacional de su país y lanzaron consignas de: “Sí se pudo”, pero minutos después, un joven que ayudaba a tirar la cuerda para que los muchachos alcanzaran la ribera resbaló, se golpeó la cabeza y convulsionó.

Agentes de la Policía Federal (PF), que permanecían en el área, tomaron al joven y ascendieron con dificultad, por un camino de rocas, el lesionado debía recibir ayuda. Los socorristas tardaron más de 20 minutos en llegar a donde estaba el herido. Así, decenas de jóvenes llegaban a territorio mexicano, para decir que su misión es alcanzar Estados Unidos.

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