Imagine esto: que tuviera que correr un kilómetro a toda velocidad -sí, mil metros, aplicando toda la fuerza de su cuerpo sin detenerse- y que parara súbitamente. ¿Cómo estaría usted? ¿Cuál sería la sensación? Así es como se sienten quienes están gravemente enfermos de Covid-19:

“Ese es un ejemplo claro de esta sensación de falta de aire conocida como disnea. Hay sensación de fatiga, agitación y falta de aire. Eso siente un paciente con neumonía, que no puede respirar, y tiene que incrementar su trabajo ventilatorio al doble o al triple de su capacidad para compensar esa falta de aire”, detalla en su metáfora el doctor Luis Albrecht Septién Stute, doctor de Médica Sur graduado por la Universidad La Salle, neumólogo, internista y broncoescopista intervencionista. Él también atiende en el Hospital General y, en tiempos normales, lo suyo es enfocarse en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, en las neumonías, el asma bronquial y el cáncer de pulmón.

—Y morir de , ¿cómo es eso, doctor? —se le entrevista por vía mail, y responde claramente, con la intención de que los incrédulos y los irresponsables, grupos poblacionales que persisten en México, entiendan los riesgos que acarrea el SARS-CoV-2.

—Imagina meter a una persona dentro de una alberca llena de agua y que no pueda salir a respirar…

*****

El doctor Pedro de Jesús Yeverino Suárez es médico internista graduado en la UNAM. Es intensivista. Es el jefe de Urgencias de Médica Sur. Es un hombre de sentido común y, por ello, explica de manera rotunda cómo es yacer en estado crítico con coronavirus incrustado en el organismo:

“El paciente Covid en estado crítico, de manera primaria, tiene una afección severa en los pulmones, lo que evita que pueda llevar oxígeno al interior de su organismo. En otras palabras, sin la ayuda de un ventilador el paciente se está asfixiando en mitad de un océano de aire”.

A pesar de su talante científico, apegado siempre a los hechos y a la técnica, el doctor Yeverino Suárez acepta usar otra imagen, otra metáfora para describir al coronavirus que asuela al mundo. Es como una historia de ciencia ficción, como una película de terror, como una nueva versión mejorada de Alien:

“El virus del Covid no es un ente pensante, sólo hace lo que su naturaleza intrínseca le permite: ingresar de manera fortuita en un organismo compatible, apoderarse de la maquinaria molecular de una célula más evolucionada que él, para con esto poder replicarse hasta destruirla, liberando así más virus que invaden más células que se diseminan hacia nuevos huéspedes antes de matar al que ya invadieron”.

Lo malo es que no se trata de una cinta palomera, es algo que están padeciendo millones de personas en el mundo, miles de habitantes en México. Con tono frío, contundente, el doctor abunda sobre la labor final del despiadado virus y la desolación de sus víctimas:

“Contra algo así no hay excusas, no hay negociación, no hay ningún intercambio de información o muestra de clemencia, tan sólo dolor de garganta, fiebre, tos, falta de aire, hasta llegar a una sensación de sofocante angustia, deterioro de funciones mentales y, finalmente… nada”.

Nada. ¿Y entonces?

“Y es entonces cuando todos los planes para el siguiente fin de semana, todas las caras conocidas, todas las redes sociales, todos los proyectos, en síntesis, todo el futuro desaparece prematuramente en un solo suspiro final…”.

Un suspiro final. Por eso el jefe de Urgencias de Médica Sur se refiere a los más dubitativos, como los jóvenes, y les deja esta imagen demoledora sobre la esencia del Covid-19:

—El virus es una bala. Y cada persona que no toma conciencia de la prevención es un arma cargada con esa bala, misma que en cualquier momento puede ser disparada en contra de un ser querido, si es que antes no se dispara sobre el propio portador. ¿Cómo es morir por Covid-19? Los muertos sólo saben una cosa: es mejor estar vivo…

*****

El doctor Septién Stute explica técnicamente los pasos de la enfermedad. Primero, el estado grave. Para ello, disecciona las inflamaciones y trombos masivos que provoca el virus:

“1.- El virus va provocando que se infecten las células de los pulmones o, más bien, el epitelio respiratorio, y ahí empieza a replicarse. Despierta un proceso de inflamación en algunos casos severo que provoca una neumonía de focos múltiples. Este evento de inflamación también puede llevar a que se formen trombos en el organismo y agravan el cuadro del enfermo. No necesariamente son dolorosos, puesto que el paciente en estado crítico se encuentra bajo sedación y con ventilación mecánica”.

Luego, precisa el ambiente huracanado de un enfermo que yace en estado crítico:

“2.- Es un paciente ya infectado en el cual se liberaron sustancias en la tormenta de la inflamación, conocidas como citrinas. Eso provoca que el pulmón ya no pueda oxigenar por sí solo al resto del cuerpo y requiera la ayuda externa de un ventilador mecánico. Durante este proceso el paciente puede entrar en un estado de choque séptico o falla orgánica múltiple, que puede llevarlo a la muerte”.

Y al final, describe el momento en el que el infectado sucumbe en soledad:

“3.-Un paciente que alcanza un estado de falla respiratoria severa prácticamente fallece por ahogamiento. Estos pacientes además mueren solos, sin familiares, por el riesgo de contagio, algunos con la esperanza de haber intentado llegar a un hospital donde hubiera una terapia intensiva. Al no haber suficiente oxígeno, el paciente cae en un paro respiratorio que, si no es revertido en segundos, viene un paro cardiaco que inevitablemente lo lleva a la muerte.”

El neumólogo pide, suplica a nombre de tantos médicos y enfermeras que la gente tenga conciencia, y más ahora, en momentos de gran aceleración de la pandemia:

“Insistimos en que la gente no salga de sus casas si no es necesario, que no haga reuniones, que sólo si tienen un trabajo esencial pueden salir. El riesgo de contagio es alto. El riesgo de saturar hospitales, y sobre todo las terapias intensivas, podría llevarnos a un colapso en nuestro sistema de salud, y tener que vivir una experiencia similar a la de España, Italia o Estados Unidos”.

*****

El doctor Pedro de Jesús Yeverino Suárez da su propia explicación técnica, que detalla la posibilidad que el propio organismo infectado se dañe a sí mismo:

“Durante la infección, nuestro organismo activa una respuesta de defensa, o respuesta inmune, la cual consta de diferentes procesos encaminados a contener y posteriormente eliminar al patógeno invasor. Esta respuesta consta de diferentes partes, algunas de las cuales tienen la finalidad de amplificar nuestra capacidad de defensa, mientras que de manera simultánea otras se activan para impedir que nuestra respuesta defensiva dañe de manera colateral al resto de nuestro cuerpo”.

Luego viene el riesgo mayor:

“En el caso del virus Covid-19, al igual que con otras patologías, la invasión del virus provoca una respuesta exagerada de nuestras defensas, es decir, un estado de hiperinflamación. El problema de esto es que no sólo se ven afectados los órganos blanco primarios, como serían los pulmones o el aparato digestivo, sino que existe una afección generalizada de la pared de todos los vasos sanguíneos, situación que afecta sus funciones normales, entre las cuales se encuentran el control de la coagulación y la anticoagulación normal, siendo esto lo que permite que la sangre fluya sin problema por todo el organismo”.

Después, la tormenta orgánica:

“Si los mecanismos normales de coagulación y anticoagulación se ven afectados, es decir, si se pierde el equilibrio de función entre ambos, inicialmente se presentará un estado de hipercoagulabilidad, lo que significa que se formarán trombos dentro de los vasos, lo que evitará la oxigenación normal de los tejidos, situación que explica en parte los hallazgos de infartos en diferentes órganos del cuerpo (cerebro, corazón)”.

Enseguida viene el estrés, acompañado de las hemorragias:

“Debido a la activación múltiple de estos sistemas, de manera innecesaria se caerá en un estado de consumo acelerado de los factores que intervienen en ambos procesos, terminando finalmente por caer en un estado de coagulación intravascular diseminada, la que se manifestará por sangrado activo en diferentes partes del cuerpo. Esto coloca al organismo afectado en un estado de estrés muy elevado, no sólo como resultado de la activación descontrolada del sistema inmune, sino porque todos los órganos del cuerpo se activan para tratar de compensar este mismo mecanismo de estrés”.

Y el colapso:

“Si por un lado el organismo tiene un incremento desmedido en el consumo de sus reservas por el estrés metabólico consecutivo a la respuesta de defensa ante el patógeno y, por el otro, tiene un aporte de energía comprometido por el daño a órganos específicos (por ejemplo, la falta de oxígeno provocada por la inflamación pulmonar), el resultado final será obviamente desfavorable para la vida y la función del individuo.

“Desde un punto de vista estrictamente técnico, los enfermos de Covid-19 fallecen por falla orgánica múltiple, consecutiva a hipoxia por falta de aporte de oxígeno en los diferentes órganos, misma que puede deberse a falta de entrada de éste a través de los pulmones o a una falla en la distribución del mismo por problemas circulatorios, ya sea esto como parte de un estado de choque mixto, es decir, baja presión sanguínea y baja transferencia de oxígeno por una falla en el bombeo cardiaco, por falta de hemoglobina para transportarlo, por bloqueos en la circulación sanguínea en diferentes territorios del cuerpo, por acumulación de toxinas o por cualquier combinación de las anteriores”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses