Santos Reyes Yucuná, Oax. —Hierven ollas con caldo de res criolla, pozole de pollo y verduras.

Van con la marcha en medio del sonido ensordecedor de la banda y de la tierra seca que se levanta con los aires de la mixteca alta oaxaqueña.

Un destanteado pregunta dónde puede comprar comida. “¿Dónde?”, responde Lucía, mientras levanta las cejas, haciendo memoria. Pero en el municipio más pobre de México la comida no se vende, se regala, y más el día que los visita el Presidente.

Andrés Manuel López Obrador llega como siempre, con vítores y sintiendo el apoyo de la gente, de los mixes que habitan las tierras donde, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hay menos empleo y acceso a servicios básicos de salud y educación.

En ese momento, Lucía degusta un pozole en compañía de su familia. Están sentados en una gran mesa de madera que tiene por vista una majestuosa sierra, esperan que alguien corra avisando que ha llegado el Ejecutivo, el mismo que organizó una subasta para juntar dinero y comprarles un tinaco que no tiene agua.

En este lugar, donde no había nada nuevo, ahora se pueden enumerar algunas cosas para estrenar: tinacos vacíos, la Casa de la Niñez Indígena, el camino de concreto hidráulico y una camioneta Chevrolet Equinox blanca, propiedad del gobierno municipal.

Pero habrá una más, según lo asegura Adelfo Regino Montes, director del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), pues en las laderas se construye un bachillerato para la comunidad, donde los niños sólo pueden estudiar hasta el nivel secundaria. Eso también es un hecho gracias a la rifa de bienes incautados.

Lucía comenta que en su casa y en todo el pueblo están “muy agradecidos” con el presidente Andrés Manuel López Obrador, pues llegaron a vivir un año en el que no salieron a vender nueces y pepitas a Guadalajara o a la Ciudad de México.

Por su parte, el Mandatario hace una remembranza de cuando visitó Yucuná por primera vez y los habitantes le dijeron que requerían un camino pavimentado.

“Pregunté por qué no les daban directamente los recursos y me contestaron que porque no tenían capacidad técnica”, recuerda.

En medio de gritos de apoyo, López Obrador afirma que las manos mixtecas son las mejores constructoras del mundo y que son altamente cotizadas, desde Mexico hasta Nueva York. Agrega que los caminos nuevos son verdaderas obras de arte y grita: “¡Viva Yucuná!”.

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