A veces, sin darnos cuenta, nos volvemos cómplices de la relación indirecta entre el alcohol o alguna droga de nuestras parejas o hijos.

Dejamos pasar pequeñas señales y decimos: "no pasa nada, es una experiencia, es una vez a la semana, la tenía que probar, sólo toma el fin de semana, está en la edad, sólo toma en reuniones o fiestas, sólo cuando está conmigo, es mejor en su casa".

¿Cuántas veces no hemos dicho o escuchado alguna de estas frases?

El ritmo de la vida cotidiana, el tiempo, la cultura, la convivencia, pertenecer a determinado grupo social, todo esto nos lleva a consumir algo para satisfacer necesidades o deseos.

El problema llega cuando una de estas actividades de consumo se vuelve compulsiva, como cuando en el consumo de alcohol y otras drogas, el usuario no deja de consumir a pesar de que esto haya causado problemas; en ese momento es cuando la pareja, la mamá o algún ser querido acude a pedir ayuda.

Conozcamos la siguiente historia:

Luisa es una mujer de 46 años, a pesar de parecer un poco nerviosa al presentarse no transmite la sensación de estar sufriendo o estar atravesando una situación de vida complicada, al contrario su amabilidad y sonrisa transmiten seguridad y confianza.

Durante la entrevista Luisa nos relata que el consumo de alcohol siempre fue algo normal en su familia, incluso su primer cerveza, se la invitó su abuelo y su padre aun siendo muy niña, en la fiesta de 15 años de su hermana. A pesar de que llegó a ver a su padre y su abuelo “perderse en el alcohol” de vez en cuando, nunca pasó por su mente que esto fuera algo grave, hasta que ya en su adolescencia vio a su padre gritar y amenazar a su madre en varias ocasiones, esto la llevó a prometerse a sí misma no vivir la misma situación.

A pesar de la promesa hecha, actualmente Luisa acude a tratamiento como parte de la terapia que su marido toma debido a sus problemas con el alcohol. Sobre esto ella comenta que su marido “es una buena persona. En casa nunca ha faltado nada, no tomaba diario pero sí cada semana o cada quince días, pero con eso basta".

Luisa nos relata que para ella esto era normal, incluso el tener peleas en casa de vez en cuando debido a estas borracheras de fin de semana.

“Los problemas graves eran que de repente él ya no distinguía. Por ejemplo, agarraba el carro, lo más grave es que ya chocó una vez con un árbol porque se quedó dormido, afortunadamente no le paso nada. A veces me ha tocado tener que ir por él a la calle porque se cae de borracho y si lo dejas afuera, ahí se queda. Mi hijo el más grande me ha acompañado a levantarlo y meterlo a la casa, eso me da mucha pena, mucha tristeza, porque yo sé lo que es ver así a tu papá, yo nunca quise eso para mis hijos, se sufre mucho".

Fue después de estas situaciones que Luisa decidió buscar ayuda, primero preguntando con sus conocidos “pero me decían divórciate, ya déjalo, otros me decían llévalo a jurar, pero él no cree en Dios. Después del choque me asusté mucho y pensé en internarlo".

Determinada a encontrar ayuda, a espaldas de su marido encontró de todo, granjas, retiros en el cerro donde decían que en un fin de semana lo curaban, lugares donde ofrecían ir por él en la noche mientras dormía, e incluso un lugar donde, al rechazar el servicio le dijeron que ella era la razón por la que su esposo tomaba.

“Hace unos meses alguien me dijo bromeando, lástima que tu esposo no es famoso para que lo lleves a Oceánica yo ya lo había pensado pero sentía que no podríamos pagar algo así, además sabía que él no iba a estar dispuesto a internarse tan fácilmente. A pesar de eso me armé de valor y decidí llamar" .

La sorpresa de Luisa fue grata cuando al llamar a la clínica de rehabilitación, la psicóloga telefónica se tomó el tiempo de escucharla y explicarle que el internamiento no siempre es necesario, ya que en realidad esta es una forma de tratamiento dirigido a personas que tienen un problema severo en el que ya no les es posible detener el consumo del alcohol o drogas a menos que se encuentren en un ambiente controlado, y que en realidad la mayoría de las personas, no necesitan llegar a estar internados, ya que podrían ser atendidos ambulatoriamente, es decir, recibir tratamiento en una clínica de entrada por salida, con éxito, siempre y cuando se solicite ayuda a tiempo.

“En ningún momento me sentí juzgada, al contrario, me ayudó mucho, me dio información, me acompañó y me explicó cómo platicar con mi marido sobre el tratamiento, también fue posible que la psicóloga platicara con él para ayudarme a motivarlo. Cuando le comenté que podría tomar terapia sin necesidad de internarse fue mucho más fácil que aceptara”. Actualmente Luisa acude a terapia como parte del tratamiento que su marido recibe en la Clínica Ambulatoria Oceánica CDMX.

En entrevista, Miriam Torres, psicóloga y especialista en adicciones comenta que en México aún existe un gran desconocimiento sobre las fuentes de apoyo y tratamiento de adicciones a los que se puede acudir.

Esto hace que las personas tarden años en llegar a un espacio de tratamiento profesional, entre 7 y 9 años aproximadamente.

Por ejemplo, una de las principales dudas que tienen las personas es si deben internarse o no, ya que desconocen que el tratamiento de las adicciones tiene diferentes niveles de acuerdo a la gravedad de cada caso; "en este sentido la pregunta que se debe responder es ¿cuál es el tipo de tratamiento adecuado para mí?", dice.

Actualmente, Oceánica cuenta con diferentes niveles de tratamiento desde la modalidad ambulatoria hasta la residencial.

En la Clínica Ambulatoria ubicada en la Ciudad de México existen programas de tratamiento para problemas leves, moderados y severos, mientras que para aquellos casos que requieren un cuidado las 24 horas se cuenta con la clínica de tratamiento residencial en la Ciudad de Mazatlán, en ambas sedes existen programas de atención dirigidos a adolescentes y a la familia del paciente, garantizando siempre la alta calidad de la atención de acuerdo a los estándares internacionales más actuales para el tratamiento de las adicciones.

Llámanos, un terapeuta en adicciones agendará tu cita para una evaluación gratuita 55 5615 3333 y 55 5615 3060, por Twitter @oceanicamexico, Facebook /OceanicaMexico, Instagram @oceanicaclinica y Web www.oceanica.com.mx

ml

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