Honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión ;

Distinguidos integrantes de la mesa directiva;

Senador presidente Martí Batres Guadarrama ;

Senador Ricardo Monreal , presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Senadores ;

Señores coordinadores de los diversos grupos parlamentarios;

Distinguidos legisladores y legisladoras;

Familia y colaboradores que me acompañan;

Amigos todos:

Es un honor estar con ustedes esta mañana en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión , espacio republicano de los representantes de nuestra nación.

Gracias por su invitación, así como por el alto honor que me confieren otorgándome el reconocimiento con el que me distinguen esta mañana, que representa uno de los logros más importantes en mi vida profesional.

El 23 de octubre de 1969 comenzó una gran aventura profesional que me cambió para siempre: asumí la dirección del diario que ya en sus páginas había plasmado importantes pasajes de la historia de nuestro México, EL UNIVERSAL, El Gran Diario de México , surgido en el año de 1916, en plena época revolucionaria y cuya trascendencia, desde entonces, la prueba el hecho de que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos fue impresa en nuestras rotativas, en una edición que se agotó la misma tarde de su distribución.

Asumí la dirección de EL UNIVERSAL hace 50 años, en momentos difíciles en la vida política y social de México. Había transcurrido un año de los lamentables acontecimientos de Tlatelolco que marcaron a nuestro país para siempre, pero que también fueron el referente de una larga lucha por la libertad social y la democracia.

El Gran Diario de México enfrentaba una crisis laboral, financiera y de operación que puso en riesgo su misma existencia. Con esfuerzo, con empeño y trabajo constantes, reorganizando sus tareas, defendiendo nuestra fuente de trabajo, así como la tradición y principios de un periódico histórico, “Los Universales” nos fortalecimos ante los obstáculos. Apostamos, como medio de comunicación, por la defensa de la libertad de expresión y la pluralidad de ideas como elementos esenciales para hacer un verdadero periodismo.

México logró convertir al Movimiento del 68 en el antecedente de grandes transformaciones sociales que hoy son una realidad, como la alternancia política, la representación plural en el Congreso, la garantía de elecciones libres y nuestros importantes avances democráticos. Una lucha social constante que no ha parado desde entonces.

Me enorgullece que en todo ese tiempo, EL UNIVERSAL ha tenido abiertas sus páginas a la opinión fundamentada y a las más diversas posturas ideológicas. En nuestras páginas editoriales han plasmado su ideología protagonistas de nuestra política como el ingeniero Heberto Castillo, quien enviaba sus colaboraciones desde la prisión, Rosario Ibarra de Piedra, Manuel j. Clouthier, Porfirio Muñoz Ledo o Cuauhtémoc Cárdenas. Y junto a ellos, la crítica aguda de nuestros caricaturistas Naranjo o Helioflores, a la par de la emblemática presencia en las páginas culturales de Rafael Solana, Carlos Monsiváis o Paco Ignacio Taibo I.

Debo reconocer que no imaginaba que el camino profesional que comencé cuando tuve la fortuna de ser designado para dirigir a EL UNIVERSAL en 1969, tendría la trascendencia y la trayectoria que hoy me permiten celebrar 50 años de vida periodística al frente de El Gran Diario de México.

La pluralidad de la que tanto nos enorgullecemos en EL UNIVERSAL es el respeto a las opiniones de todas las corrientes ideológicas y la procuración del ejercicio profesional del periodismo, con la convicción de que la verdadera vida democrática está acompañada de la información independiente y libre.

Creo firmemente que disentir no es destruir; que el pensamiento distinto al nuestro no debe fomentar divisiones sino reflexiones; que sólo en el respeto a la diversidad es posible entender las realidades complejas de una nación como la nuestra que es, precisamente, una nación multicultural, multiétnica; cuyas expresiones artísticas, su patrimonio histórico y natural, así como su enorme riqueza social está marcada, precisamente, por la diversidad.

He sido testigo de grandes cambios, de avances tecnológicos y de recursos para la difusión de la información que no imaginábamos hace apenas unos cuantos años y de cambios trascendentales en nuestro querido México y en el mundo. Pero también del lamentable aumento de problemas que no deben continuar, como la inseguridad y la desigualdad que sufre nuestra nación, que lacera nuestro presente y pone en serio riesgo la esperanza en una verdadera democracia.

No es admisible, tampoco, el riesgo al que están sometidos quiénes ejercen el periodismo en México, ni la alarmante cifra de periodistas asesinados en todo el país.

Hay voces que afirman que el periodismo será radicalmente distinto, que los diarios impresos desaparecerán. Hoy las redes sociales y diversas plataformas digitales difunden la información de manera masiva e inmediata, pero lo que aún prevalece son los valores y la ética periodística, el trabajo profesional, que proporciona una información veraz y fundamenta la opinión, así como el pensamiento crítico. Tengan la certeza de que esta es y será siempre la premisa vigente con la que continuaremos desde EL UNIVERSAL.

Honorables legisladores:

Tenemos, todos, la obligación de luchar con nuestras capacidades para cambiar esta difícil realidad.

Vivimos una época de grandes transformaciones. Hagamos que el legado de nuestro trabajo sea la pasión por un proyecto nacional que fortalezca la unidad de todos los sectores y por alcanzar una mejor calidad de vida para todos los mexicanos. No tenemos otro país más que el nuestro y debe ser nuestro mayor compromiso: trabajar por él.

Recordaré siempre la generosidad de este reconocimiento a mi trayectoria con la satisfacción de que compartimos todos la convicción urgente, necesaria e indispensable de hacer lo mejor, desde nuestro propio espacio, para engrandecer a nuestro querido México.

Muchas gracias.

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