Brenda también lleva a Aline, de siete años de edad, a la escuela Artículo 123 Lic. Adolfo López Mateos. Vive con su marido, su hija adolescente, quien estudia la secundaria, una pequeña de dos años de edad, y con Aline, de siete, quien sueña con ser abogada.

“Estas escuelas eran una gran ventaja para los que trabajaban o para quienes a veces sufrimos por falta de dinero para darles de comer a los hijos. Esa parte es la que se niega a ver la SEP: que estas escuelas alimentaban bien a nuestros hijos”.

Brenda no trabaja, pero veía como una gran ventaja el que Aline regresara a casa contenta y ya comida. La mayoría de las ocasiones le daban sopa, arroz y un guisado, que podía ser pollo, pescado o carne. De postre, era común que les dieran alguna fruta de temporada.

Considera que eliminar las escuelas de tiempo completo ocurrió en el peor momento: en el de la pandemia, porque “muchas familias se quedaron sin empleo y muchas hasta sin la posibilidad de llevarse comida a la boca. Muchas familias pobres, como la mía, llevábamos a nuestros hijos a estas escuelas ya sea porque algunos trabajan o porque simplemente les daban de comer bien a nuestros hijos”, asegura.

A su corta edad, Aline dice que esta medida la afectó, “porque no puedo aprender más. A mí me gustaba hacer ahí las tareas y lo que nos enseñaban acabando las clases”.

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