Mario Vázquez es paramédico en el Estado de México, y desde que inició la pandemia por Covid-19 ha realizado traslados de pacientes con el virus a diferentes hospitales.

Afirma que durante el primer pico de la epidemia era complicado encontrar unidades médicas con disponibilidad de camas, pero esta situación ha sido “mucho peor” desde diciembre y todo el mes de enero, porque en ocasiones ha tenido que esperar más de 10 horas para que le asignen una cama al paciente que lleva en la ambulancia.

“En mayo y junio del año pasado fue difícil, pasábamos por otro momento, porque además había falta de equipo de protección personal y tratábamos de cuidarnos lo mayor posible; cuando hubo saturación en la Ciudad y el Estado de México sí batallábamos porque nos recibieran al paciente, pero de entrada conseguíamos hospital, no andábamos peregrinando.

“En diciembre eso cambió, a veces nos decían que en equis lado había cama y cuando llegábamos ya no estaba disponible, entonces era buscar otra, o llegábamos al hospital y había que esperar a que dieran a alguien de alta, a veces esto tardaba hasta 10 horas”, narra a EL UNIVERSAL.

El paramédico relata que entre agosto y principios de noviembre no tuvo problema para conseguir que aceptaran a pacientes con coronavirus en hospitales del Estado de México y de la capital del país, pero a partir de la tercera semana de noviembre empezó la crisis.

“Antes de hacer el traslado de cualquier paciente, primero, debemos saber qué hospital nos lo va a recibir, tenemos contacto con el ERUM, verificamos en dónde tienen capacidad, o sea que no vamos a ciegas, pero a fines de noviembre, todo diciembre y parte de enero, hacíamos fila en los hospitales para que recibieran a las personas que teníamos en la ambulancia”, dice.

Mario reconoce que lo más difícil de la pandemia no es sólo ver a los pacientes, en la mayoría de las ocasiones en condiciones muy críticas, sino la desesperación de sus familiares por salvar su vida.

“Es muy triste porque a veces al llegar al domicilio de algún paciente, [éste] ya está muy grave o ya está inconsciente; nuestro deber es tratar de salvar cada una de las vidas que están en nuestras manos, pero a veces hay poco que hacer y cuando llegamos a un hospital y hay que esperar para que se desocupe la cama, es horrible ver la desesperación en los familiares, la angustia de saber que su ser querido puede quedar ahí en la ambulancia”.

En el caso de Angélica Martínez, quien hace dos meses perdió a su papá a causa del coronavirus, ella no consiguió que una ambulancia llegara a su hogar, así que en taxi trasladó a su padre, primero al hospital general, de ahí los mandaron al Gabriel Mancera, al Autódromo Hermanos Rodríguez del IMSS; en ninguno hubo lugar, regresaron Centro Médico Siglo XXI, pero 10 minutos después de que ingresaron a su papá, murió.

“La app del Gobierno de la Ciudad de México nos marcó disponibilidad en el general, yo tenía más de dos horas esperando un servicio de ambulancia, pero no llegó, un primo trabaja un taxi y le pedí que me llevara al general, nos rebotaron, mi papá ya iba con 60 de oxígeno, no había camas, luego a Xola, al autódromo y de milagro regresamos al Siglo XXI del IMSS y como vieron a mi papá inconsciente, lo ingresaron, pero a los 10 minutos me avisaron que ya estaba muerto”, lamenta.

La mujer recuerda que en su familia, compuesta por sus papás, un hermano y su hijo de 19 años, todos enfermaron de Covid; suponen que ella y su hermano se contagiaron en el transporte público y lamentablemente infectaron a sus padres y al joven.

“Nadie tuvo síntomas graves; diarrea y poco de fiebre mi hermano y yo, a los 15 días mi papá se sintió muy cansado, empezó con dolor en la cabeza y náuseas, por precaución le hicimos la prueba a los dos y dieron positivo, también mi hijo, hasta el día ocho después de que lo diagnosticaron fue que empezó con oxigenación abajo de 90, lo quisimos internar, pero en Xoco nos dijeron que estaba estable, un médico particular le recetó oxígeno, pero bueno, no fue suficiente”, relata.

Trece días después de recibir el diagnóstico positivo a Covid-19, el señor Raúl le pidió a sus hijos que le buscaran un hospital, su oxigenación no subía de 75 aún con el tanque de oxígeno, por horas esperaron una ambulancia, pero no tuvieron suerte, hasta que decidieron subirlo al taxi de un familiar... la ambulancia nunca llegó.

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