San José. – La abogada costarricense Alejandra Mora Mora, secretaria ejecutiva de la (CIM) de la Organización de Estados Americanos (OEA), advirtió que el feminicidio "ha constituido y constituye una realidad alarmante no sólo en México sino en toda la región” y aseguró que el fenómeno “continúa aumentando”.

Las víctimas “no son un número, ni una estadística en un papel. Eran mujeres con sueños, con planes, con familia”, afirmó Mora en una entrevista con EL UNIVERSAL .

Mora estuvo en la Ciudad de México del pasado martes a hoy, para reunirse con autoridades mexicanas, en una visita que coincidió con la conmoción en la sociedad mexicana por el aumento, desde marzo de este año, de los feminicidios y la violencia de género.

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“Mi mensaje (…) es: más mujeres, más paridad y más democracia en todos los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Sólo así podremos distribuir el poder con justicia y atender las necesidades de las mujeres”, alegó.

El siguiente es un extracto de la entrevista.

¿Cómo evalúa la crisis por feminicidios y violencia contra las mujeres en México que se agrava a diario?

El feminicidio ha constituido y constituye una realidad alarmante no sólo en México sino en toda la región. Esto a pesar de los numerosos esfuerzos que han realizado los Estados, así como los organismos regionales e internacionales, y que desafortunadamente hoy continúa aumentando.

Es un avance que 18 Estados de la región hayan tipificado el feminicidio y en México lo hayan hecho a nivel nacional y en todos los Estados. Esto no es suficiente si no se cumplen con los mandatos de prevención, investigación, sanción y reparación que establece la Convención de Belém do Pará (convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer)

Tipificar un delito no es suficiente si no va acompañado de su adecuada interpretación y aplicación.

La reducción de los feminicidios, y en general de los diferentes tipos de violencia contra las mujeres, será realidad cuando haya una verdadera transformación cultural, para lo cual tiene que haber muchísima voluntad política.

Cualquier muerte de mujer debe investigarse en primera instancia como feminicidio, porque supone el uso de protocolos diferenciados y así lograr una debida diligencia. Es imperante que las acciones que se toman no sólo en México, sino en todos los países de la región, sean proactivas en vez de reactivas: enfocadas en la real raíz y causa de la violencia de género, en vez de enfocarse únicamente en atenciones a la víctima, lo cual no deja de ser esencial.

En el más corto plazo deben garantizarse que las diligencias investigativas sean despojadas de estereotipos y prácticas de revictimización hacia las mujeres, evitando así que se traslade la culpa a ellas por la violencia que sufren.

En México, como en cualquier otro país de la región, si no analizamos el problema de la violencia contra las mujeres como uno estructural y transversal que tiene relación con muchos ámbitos de la vida, será muy difícil llegar a un mundo donde el derecho a la vida de las mujeres sea respetado.

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¿Cree que hay voluntad política en México para atacar la violencia contra las mujeres?

En un Estado Federal, como México, con diversos contextos y estructuras socioeconómicas, y con panoramas tan complejos de seguridad, se requiere de muchas voluntades políticas en todos los niveles de gobierno: desde lo nacional, hasta lo local. Esta coordinación debe darse en el corto plazo.

Hay multicausalidad y complejidad de la violencia contra las mujeres. Se requiere de un cambio y una transformación sociocultural, con aspectos relacionados a lo económico (por ejemplo, incremento de acciones para promover la autonomía económica de las mujeres), en estrategia conjunta con la voluntad política, para realmente propagar un avance en esta lucha.

¿Por qué hay en América Latina y el Caribe un incremento de feminicidios?

Existe una grave naturalización de la violencia hacia las mujeres: este tipo de violencia es ahora parte de lo cotidiano, y ya no una excepción, por lo que no existe el nivel de alarma y priorización que debería. Parte de la solución es modificar la respuesta cultural que se tiene ante este fenómeno.

Es un problema estructural. Es necesario empezar a humanizar a las víctimas: no son un número, ni una estadística en un papel. Eran mujeres con sueños, con planes, con familia. Son seres humanos y parte esencial de esta sociedad: todas y cada una de las asesinadas y desaparecidas.

Ninguna mujer asesinada merece ser olvidada o ser tratada como de segunda categoría. Estamos frente a la defensa del derecho fundamental a la vida.

La violencia de género tiene que dejarse de ver como un ‘tema privado’.

Se debe enfrentar con acciones integrales que atiendan las raíces de la problemática, prevengan los casos, atiendan a las víctimas y eliminen la total impunidad.

¿Y las condenas?

Hay brechas entre el inicio de las causas de feminicidio y las sentencias, que usualmente llegan muy tarde. En la región no hay prácticamente ninguna sentencia a nivel nacional que repare de manera integral el feminicidio y que otorgue medidas de no repetición.

No existe ninguna política nacional en el mundo que alcance para prevenir los feminicidios en su totalidad, porque los contextos en los que suceden suelen depender de las dinámicas sociales, familiares y delictivas de cada lugar.

Se tienen que generar diagnósticos focalizados que permitan contrarrestar los contextos específicos. Estos diagnósticos deben darse en tiempo real y junto a la creación de mapas de calor para realizar acciones quirúrgicas, estratégicamente focalizadas y con conocimiento pleno del contexto para que sean verdaderamente estructurales.

El mensaje es claro, conciso y continuo: esta transformación cultural, política, social, económica y de justicia necesita de muchas voluntades, y necesita empezar ahora. Para que ninguna mujer más nos falte, porque ninguna mujer nos sobra.