Las de este año en Ecuador, Bolivia, Chile y Honduras tienen un elemento en común: el avance de la derecha.

En Ecuador, se impuso el presidente Daniel Noboa; en Bolivia, el centroderechista Rodrigo Paz; en Chile, Kast, y en Honduras, Asfura.

Se trata de una tendencia en ascenso al menos desde 2023, con el triunfo en Argentina del ultraderechista Javier Milei.

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Diversos factores inciden en este “cambio de rumbo”. El principal de ellos, y que la derecha supo “hacer suyo”, es el crecimiento del , y su violencia.

Los cárteles de la droga, las pandillas se han extendido por Latinoamérica, impactando países como Ecuador, que hace algunos años era considerado tranquilo, o incluso Costa Rica.

“Aunque el crimen organizado no es nuevo, ha empeorado en la última década. En ese lapso, la cantidad de cocaína producida en América Latina se duplicó, al menos. Los cárteles de la droga se han diversificado e implicado en extorsiones, minería ilegal, tráfico de personas. La violencia se ha extendido… Encuesta tras encuesta revelan que el crimen ha superado el desempleo o la atención médica como preocupación principal de los votantes en la región. Como resultado, la política latinoamericana parece estar inclinándose más a la derecha”, señaló Brian Winter, editor de America’s Quarterly, en un artículo para The New York Times, titulado: No se deje engañar por el silencio en el patio trasero de Estados Unidos.

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Noboa, Kast en Chile y Asfura en Honduras pusieron de la lucha contra el crimen organizado y la violencia en el centro de sus campañas.

La elección de Chile, señaló el exministro de Economía Carlos Ominami en un artículo para EL UNIVERSAL, “se situó en un terreno muy favorable para las derechas. Los grandes temas en debate fueron la inseguridad, los migrantes y el estancamiento económico. En todos ellos, el discurso simple, especialmente de la ‘mano dura’ en contra de la delincuencia caló hondo en una sociedad en donde la percepción de inseguridad es una de las más altas del mundo”.

La derecha entendió que en las elecciones en estos países, el miedo dominó las esperanzas.

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Otro factor importante en las elecciones que ganó la derecha fue la migración, sobre todo en el caso de Chile, que se ha visto impactado por una creciente migración.

Sin embargo, crimen organizado o migración no explican, por sí solos, por qué la derecha se está posicionando en la región. El otro elemento es el hartazgo de la ciudadanía por la falta de resultados de los gobernantes y por la corrupción.

La encuesta de Latinobarómetro de 2024 reveló que 65% de los ciudadanos está insatisfecho con la democracia en sus países y 53% estaría dispuesto a aceptar un régimen no democrático si éste resuelve sus problemas. Otra encuesta de Latinobarómetro mostró al derechista Nayib Bukele como el líder más admirado y mejor evaluado de la región, a pesar de las críticas que suele recibir por abusos en materia de derechos humanos. Lo que los ciudadanos exigen son resultados. Y están dispuestos a ceder libertades en aras de sentirse más seguros, o mejor, económicamente hablando.

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“La izquierda tiende a ofrecer sociología, a centrarse en las causas profundas del crimen, que considera radican en la desigualdad y la pobreza. A menos que esté respaldado por la fuerza disuasoria o la sanción, ese enfoque, por muy valioso que sea, no ofrece alivio a quienes viven con miedo”, señaló Michael Reid en el artículo El giro a la derecha de América Latina, en America’s Quarterly.

Los resultados de las elecciones de este año han sido, a la vez, votos de castigo: en Bolivia, contra el MAS y sus disputas internas, contra un gobierno que en vez de atender la pobreza y problemas estructurales que afectaban a la ciudadanía, se concentró en ver si Evo Morales lograba tener la candidatura o si terminaba preso; en Chile, contra un presidente Gabriel Boric que a pesar de sus promesas no mejoró la situación de los chilenos ni pudo enfrentar como los chilenos esperaban sus dos grandes preocupaciones: violencia y migración.

Pablo Semán, investigador que ha estudiado el fenómeno de la ultraderecha, explicó a CNN que las derechas en la región entendieron mejor que las izquierdas las demandas que poco a poco se han adueñado de la agenda pública, de la seguridad a la corrupción y el crecimiento económico.

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“Son todas cuestiones que los gobiernos de izquierda o bien atendieron parcialmente y luego dejaron de atender, o bien no atendieron casi nunca. Y son problemas que además son estructurales de América Latina desde los tiempos de la independencia, por lo que tienen un peso”.

En 2026 hay elecciones presidenciales en Perú, Colombia, Costa Rica y Brasil, en las que las encuestas marcan buenas posibilidades de un triunfo de la derecha. “Es posible imaginar una América Latina que estará más fuertemente alineada con [el presidente estadounidense, Donald] Trump en un año”, indicó Winter en su artículo del Times.

De confirmarse la tendencia, la “marea rosa” que resurgió a raíz de la pandemia podría llegar a su fin, con escasas excepciones, y dar paso a una nueva “ola conservadora”.

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