Texto y fotos actuales: Alejandra Arriaga

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En estos días de muertos recordaremos una leyenda poco conocida que dio nombre a la calle de La Quemada, ubicada en octava calle de Jesús María esquina con Mesones, entre Izazaga y Pino Suárez.

La leyenda que dio nombre a una calle del Centro
La leyenda que dio nombre a una calle del Centro

Esquina de la octava calle de Jesús María y la séptima de Mesones, donde se visualiza la placa de “La Quemada”

En una época donde eran comunes los duelos de espada, las carrozas tiradas por caballos, las vestimentas extravagantes y los jóvenes enamorados cortejándose mediante cartas, se registró una historia llena de amor y pasión desmedida que terminó en tragedia.

Cuenta la leyenda que alrededor de 1550 llegó a la Nueva España, un acaudalado hombre de negocios, Don Gonzalo de Espinosa Guevara, acompañado de una muy bella joven, su hija Doña Beatriz, provenientes de la Villa de Illescas, en España.

Desde entonces Beatriz se distinguía por su generosidad, pues en Illescas socorría continuamente a los más necesitados; en México lo continúo, se cuenta que en una ocasión al visitar Texcoco, al ver las condiciones tan miserables en que vivían los pobladores se quitó todas sus joyas y se las obsequió para que las vendieran.

Era tan hermosa como bondadosa, cualquier caballero quería estar a su lado, pero hubo sólo uno que robó su corazón: un joven noble italiano, Don Martín de Scúpoli, Marqués de Piamonte y Francteschelo, al que conoció en una reunión en el Palacio del Virrey Don Luis de Velasco.

El amor de Martín por Beatríz era tan grande que estaba dispuesto a acabar con cualquier pretendiente que ella tuviera, la celaba de tal manera que retaba a duelo a los jóvenes interesados por su amada.

La hermosa joven no estaba enterada de los actos de su enamorado, ella poseía los sentimientos más puros hacia él; mientras que Martín sólo estaba prendado de su belleza.

Unos cuentan que Beatriz estaba dispuesta a acabar con su belleza para que el italiano ya no la quisiera, otros cuentan que había determinado acabar con los celos de Martín al enterarse sobre las muertes de sus pretendientes a causa de su encanto.

Cual fuera el caso, Beatriz tomó una determinación heroica, resolvió terminar con la responsable de las desgracias, su belleza, se dispuso afearse a voluntad propia.

Cierto día, al no estar sus padres en México, despachó a la servidumbre para quedarse completamente sola en su casa; en una de las habitaciones puso a calentar un brasero, un pequeño recipiente metálico donde arden brazas de carbón. Al estar a punto de quemarse, para darse valor se inclinó hacia la imagen de Santa Lucía, aquella cristiana que se arrancó los ojos para no sucumbir ante un hombre enamorado locamente de ella. Se dice que a pesar de ya no tener ojos aun así podía ver.

Beatriz se arrodilló y posó su rostro sobre las ascuas ardientes del bracero. ¡Lo hizo! quemó su rostro, realizó tan doloroso sacrificio; tales eran sus gritos y lamentos que Fray Marcos de Jesús acudió a la casa de la joven. El mercedario presenció lo ocurrido y lo comunicó al italiano.

El amado de aquella cristiana se encaminó desesperadamente a su hogar. Al llegar, la encontró recostada sobre el sillón con un vestido blanco y un tocado negro que cubría su rostro; de la antigua hermosura que Martín amaba ya no quedaba nada, solo unos ojos adormilados, dulces que mostraban la inmensidad de su alma bondadosa.

La leyenda que dio nombre a una calle del Centro
La leyenda que dio nombre a una calle del Centro

La Quemada, recreación por Dafne García, la dramatización se realizó en el callejón de la Plaza de la Santa Veracruz.

Ya no quedaba nada de su agraciada cara, pero su alma estaba aún más embellecida. Martín se recuperó, abrazó a su novia y entendió que el amor va más allá de lo físico, se enamoró más de ella y admiró el lastimoso sacrificio.

Con más amor del que podía demostrar, Martín la hizo su esposa; algunos cuentan que se casaron en la Profesa, pero hasta el día de su boda Beatriz nunca más volvió a mostrar su rostro y quienes conocían su historia nombraron el lugar donde vivía “la calle de La Quemada”.

La leyenda que dio nombre a una calle del Centro
La leyenda que dio nombre a una calle del Centro

Se dice que, después de su trágico sacrificio, la Quemada no volvió a salir sin su velo.

De acuerdo a David Contreras Pineda, historiador egresado del Claustro de Sor Juana, investigador y divulgador de tradiciones orales, la leyenda es un recuerdo a voces que se ha conservado y se ha ido modificando al pasar de los años, una parte de realidad y otra de mito, que da un toque de misticismo al relato.

La leyenda que dio nombre a una calle del Centro
La leyenda que dio nombre a una calle del Centro

David Contreras Pineda, Cuenta-Leyendas profesional, posando en la Alameda Central.

David se ha dedicado a esta labor desde hace 12 años, la primera ocasión que se presentó fue en un taller en el Centro Cultural José Martí en Dr. Mora 1, Colonia Centro. Según el “Cuenta Leyendas” la reacción de la gente es de enojo y asombro por lo que hace Beatriz, porque no entienden por qué lo hace. Sin embargo, ella carga en la conciencia las muertes de los hombres que se enfrentaron por ella en duelos con Martín.

Según el historiador, lo más usual era que los españoles nobles vivieran cerca del Palacio Virreinal y de la Catedral, los que vivían más retirado eran los españoles comerciantes, es por eso que la familia de Beatriz vivía en la calle de Jesús María, alejada de los nobles.

Otro quemado…

La leyenda de Fray hermosura es la contraparte de La Quemada; Beatriz vivió a principios del Virreinato, mientras que la de Fray hermosura se desarrolló a finales en el Convento de San Fernando en la colonia Guerrero, así lo comenta David Pineda.

Era un muchacho muy guapo, proveniente de igual manera de Illescas, quien se había decidido a pedir los hábitos en San Fernando. Por su gran belleza era un fraile muy popular, las jóvenes y señoras tenían una imagen de él como si fuera un santo.

Un día desapareció, fue secuestrado, todos pensaron que jamás volvería, lo dieron por muerto. Pero, luego regresó a la Congregación de los Franciscanos sorprendiendo a todos, llegó sin dar explicaciones de lo que había pasado.

Sin más, ni más Fray Hermosura se dirigió a la cocina, puso a calentar un tizón y decidió quemar su cara, se desmayó, pero al regresar en sí continúo callando lo que había pasado.

El fraile estaba cansado de que la gente acudiera a verlo tan solo por su galanura, por ello concluyó con su belleza y se dedicó a Dios.

La belleza fue causa de la desgracia de ambos personajes, ambas almas eran puras, pero las perturbaba y las opacaba su físico.

El clero había determinado que la belleza era mala, asegura el “Cuenta Leyendas”, la mujer es mala y por eso se responsabiliza a Beatriz de las muertes de los demás pretendientes; aunque ella no hubiera hecho nada, había sido la causa de ellas.

Las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México guardan en cada esquina historias y leyendas que enriquecen y dan personalidad a esta gran ciudad; cada que uno camine por este lugar puede ver placas conmemorativas que destacan un hecho o acontecimiento que marcó esa pequeña parte de la capital.

La leyenda que dio nombre a una calle del Centro
La leyenda que dio nombre a una calle del Centro

De la leyenda de "La Quemada" no queda más que una placa en la calle de Jesús María.

La fotografía principal es una recreación de la leyenda de la Quemada, realizada en este año. La foto comparativa antigua de la calle de Jesús María, vista hacia el sur desde la esquina con Venustiano Carranza alrededor de 1930. Del lado izquierdo se encuentra el antiguo Mercado de la Merced. Foto de la colección de David Guerrero.

Fuentes:

Leyendas y tradiciones relativas a las calles de México de Ángel R. de Arellano

Historia y Leyendas de las calles de México

Novena de la gloriosa Santa Lucía, virgen y mártir, abogada de la vista

Entrevista a David Contreras Pineda, cuenta leyendas de la Alameda Central.

Actriz: Dafne García.

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