Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez

Fotografía actual: Ruth Gómez /Cortesía

Diseño web: Miguel Ángel Garnica

Sobre la Avenida Niños Héroes, a unos metros de la estación de Metro que lleva su nombre y frente a un edificio de oficinas del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, sobresale una construcción que, debido al deterioro de su aspecto, se ha posicionado como uno de los inmuebles que la voz popular ha calificado de “embrujados” de la capital, el antiguo hotel “La Posada del Sol”.

La entrada es lo único que se distingue entre los puestos de comida que se extienden a lo largo de la calle, cuyos coloridos rótulos o iluminaciones contrastan con el material con la que está construida esta posada. Su historia se remonta a la primera mitad del siglo pasado, cuando el ingeniero Fernando Saldaña Galván decidió invertir parte de su fortuna erigiendo su propio hotel.

“La Posada del Sol” estaba pensado como un sitio donde la gente, además de alojarse, pudiera disfrutar del bar, de los salones, murales o de un paseo entre los jardines y las esculturas. Sus siete niveles estaban construidos, principalmente, de piedra y tezontle; ornamentados con vitrales y una elegante herrería. Lo único que queda visible para el curioso en la actualidad son los diferentes estilos arquitectónicos que componen a las estructuras que están sobre la avenida.

En un anuncio publicitario de los años cuarenta, se describía a la posada de la siguiente manera: “Estos jardines de la Plaza de San Francisco con su fuente continental, sus arcadas, coloniales, sus mármoles, su sombra y su luz, forman parte de ese gran monumento del siglo que se llama “La Posada del Sol”, en la Avenida Niños Héroes 139 , sueño portentoso llevado a la práctica por el ingeniero Galván. Rincones de México que son la meta de los romeros de todo el mundo americano, remanso de paz…alto en el camino para todo hombre que se aparte momentáneamente de los negocios y no quiere mellar sus armas en las luchas futuras; ancho lugar recoleto que evoca lo grande de todas las épocas, desde la línea griega al Renacimiento español, las mezquitas del árabe, la Catedral de Brujas, las primaveras noruegas, la época colonial mexicana y el recogimiento sentimental, tradición y belleza, sonido y eco de las viejas misiones de California.”

El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro

Detalle de la estructura que asemeja una torre y que parece dividir el conjunto arquitectónico. Imagen de los años 50. Colección Villasana/Torres.

El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro

Interiores de “La Posada del Sol” en los años cuarenta del siglo pasado. Colección Villasana - Torres.

A pesar de su majestuosidad, la actividad de “La Posada del Sol” como hotel fue efímera. La explicación poco a poco se ha tornado en leyenda: se dice que su dueño quedó bastante endeudado tras la construcción y que tomó la decisión de suicidarse dentro del hotel , pero no hay pruebas que lo afirmen. Con el tiempo, el inmueble pasó a manos del gobierno capitalino y desde entonces ha sido utilizado como bodega de diversas instituciones.

Algunos medios han logrado escabullirse al interior de esta construcción y a través de ellos se pudo conocer el estado en el que se encuentra: las fotografías registran madera podrida, salones y estancias completamente vacías y un altar que se atribuye a la segunda leyenda más famosa del sitio: cuando fungía como una instancia del DIF, la hija de una trabajadora se perdió y fue encontrada sin vida.

El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro
El hotel “embrujado” del Centro

En los años 40 este lugar se anunciaba como un sitio de lujo para descansar en medio del trajín de la Ciudad. Hoy luce en abandono y es bodega de comerciantes e instituciones. Fotos: Ruth Gómez/ Cortesía.

Tuvimos la oportunidad de visitar el sitio, la entrada de Niños Héroes 139 se abrió un par de veces para que entraran un par de señoras que iban empujando unos “diablitos” con contenedores; nos acercamos a tocar y charlar con el vigilante, pero su respuesta fue concreta: no se permitía el acceso a nadie.

Quienes se encontraban en los puestos de comida nos dijeron que “de vez en cuando” entran por agua, pero que el acceso sí está muy restringido. Algunos comensales se abrieron a compartir su opinión sobre el edificio: una chica dijo que pasar por esa calle en la noche le daba “miedo” ya que la afluencia de automóviles y de peatones se reduce considerablemente; un chico nos dijo que nunca se había preguntado qué habría sido ahí “cuando uno vive aquí -en la ciudad-, a veces no da tiempo de fijarse en esas cosas, ¿no?”.

Si se observa a “La Posada del Sol” con cautela desde el frente, se puede ver que los cueros estructurales que la componen están ligeramente inclinados. Nadie nos supo contestar si después del terremoto del año pasado el edificio tuvo afectaciones, pero al parecer los cimientos están tan bien hechos que ha sobrevivido al sismo de 1957 y a los dos del 19 de septiembre más dolorosos por los que ha pasado la capital, 1985 y 2017.

Sin información sobre su uso actual, “La Posada del Sol” se renta para que en su interior se filmen comerciales o escenas de películas, como la mexicana Kilómetro 31 de Rigoberto Castañeda o Forward de Henry Bedwell.

Nuestra fotografía principal y la comparativa antigua muestran el exterior del Hotel Posada del Sol en la década de los 50. La foto comparativa actual es una cortesía de Ruth Gómez.

Fotografía antigua: Colección Villasana - Torres.

Fuentes: Anuncio de los años 40. Entrevistas con vendedores de comida cercanos al edificio.

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