Buscando algo para desayunar, haciendo ejercicio y paseando a sus mascotas, así iniciaron su sábado los habitantes de la colonia Condesa en la Ciudad de México, una de las zonas que el gobierno local exhibió por reducir el uso del cubrebocas durante la emergencia sanitaria del Covid-19.

Desde las 10 de la mañana, los puestos de quesadillas y tamales están en cada esquina, mientras la gente sale de sus hogares a paso lento y despreocupado.

Entre los habitantes, comerciantes y visitantes de la zona existe la sensación de que el uso del cubrebocas sí se relajó en las últimas semanas, aunque también hay quienes obedecen las normas sanitarias y van a la calle con protección.

La avenida Tamaulipas, una de las entradas principales a la colonia, es un ejemplo del choque entre quienes asumen la nueva normalidad con todas sus reglas y quienes prefieren dejar su protección en casa.

En esa arteria lo mismo se encuentra a un grupo de amigos con careta, cubrebocas y guantes, y por otro lado gente que desde temprano sale a pasear o buscar un lugar donde desayunar sin cubrir su rostro.

“No sé si la gente ya se confía, ya vemos más movimiento, ya no traen el cubrebocas, deberíamos hacer conciencia de que esto todavía no termina y seguir usándola hasta que haya otro panorama”, opina Laura Rodríguez, quien visita esta colonia cada ocho días para pasear a su perro.

Según la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, las colonias Adolfo López Mateos, Peñón de los Baños, Puebla y Romero Rubio en la alcaldía Venustiano Carranza; Condesa y Roma norte, en Cuauhtémoc; Narvarte, en Benito Juárez; Del Carmen, en Coyoacán, y Granjas Coapa, en Tlalpan, son las zonas donde las personas usan lo menos posible la prenda.

No está claro por qué la gente ha relajado la utilización de mascarillas. Unos dicen que es por el calor, otros porque lastiman las orejas, algunos consideran que sólo se debe utilizar en espacios cerrados, mientras que otro sector confía en remedios naturistas.

Tampoco falta la repartición de culpas: algunos señalan a los vecinos por no protegerse, otros dicen que los visitantes son quienes no cubren su rostro.

“Los que viven aquí son muy cuidadosos, pero los que vienen de visita normalmente no traen protección. A lo mejor la gente deja de cuidarse porque asimila que este es un virus más, piensan que se va a encontrar la cura”, dice Emanuel Andrade, un trabajador de la zona.

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