Chilpancingo.— El periodista Fredid Román Román fue sepultado en medio de un operativo policiaco en el poblado de Buenavista de la Salud, en Chilpancingo, Guerrero. En su despedida hubo temor, pero también un reclamo de justicia.

“Tememos por la seguridad de nuestra familia, aquí las cosas no están bien”, dijo una de las hijas de Fredid de espalda a los reporteros para cuidar su identidad.

En Buenavista de la Salud las cosas no están bien, apenas el sábado pasado desde un dron lanzaron granadas a la comandancia, al grupo de autodefensa de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg).

Este fue el último ataque, pero durante todo el año han sido constantes. El 26 de enero, según reportes de las autoridades, la organización criminal Los Ardillos intentó una incursión a ese poblado: más de 20 camionetas con hombres armados atacaron a los policías comunitarios que resguardan Buenavista de la Salud. Fue casi una hora de balazos.

Desde entonces aquí se perdió la paz. Viven atrincherados o han tenido que desplazarse.

Ayer por la tarde, al periodista lo acompañó un grupo de familiares y reporteros. El cortejo lo conformaron unas 60 personas, además de patrullas de las policías Estatal y Ministerial.

El cortejo recorrió varias viviendas donde se despidieron del cuerpo; el recorrido por el pueblo terminó en la iglesia. Después se dirigieron al panteón.

Antes, en las escaleras del templo, una de las hijas de Fredid habló, de espalda a los reporteros: “Lo único que quiero es justicia, pueden decir muchas cosas, pueden hablar muchas cosas, pero sólo Dios tiene la verdad (…) Él siempre fue un hombre muy inteligente, pero unos cobardes nos lo quitaron, quisieron callarlo”.

La hija del periodista aseguró que su padre nunca les mencionó que estuviera amenazado, Fredid Román, dijo, era muy discreto con su trabajo.

Sin embargo, un sobrino del periodista aseguró que Fredid fue amenazado de muerte días después del asesinato de su hijo Vladimir en El Ocotito.

A Vladimir Román lo asesinaron el 1 de julio en el mercado de El Ocotito, cuando repartía pollos. El crimen ocurrió en el contexto de ataques contra distribuidores y comercializadores de pollo en Chilpancingo.

El crimen de su hijo es una de las líneas de investigación, así como la de su labor periodística, informó el vicefiscal de Investigación de la Fiscalía General del Estado (FGE), Ramón Celaya.

El crimen del periodista fue atraído por la Fiscalía Especial de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos de la FGE.

A unos kilómetros de Buenavista de la Salud, en El Ocotito, el comandante del grupo de la Upoeg, José Deivy Barrientos, se deslindó del crimen y acusó a familiares del periodista de vínculos con un grupo criminal.

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