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Mario es encargado de la biblioteca del penal de Santiaguito desde hace 10 años, cumple una sentencia de 47 años 6 meses por el delito de homicidio.
En entrevista, platicó que desde su ingreso a la cárcel, hace 18 años, frecuentaba con regularidad la biblioteca, por ser uno de los lugares más amables, cálidos y decorosos del penal, dijo.
"Cuando se fue el compañero que está a cargo, me dieron la oportunidad de hacerme cargo de ella. He tenido de todo, cosas buenas, malas y actividades muy alegres, desde la realización de escenografías, preparación de libretos para pastorelas, entre otras actividades que son muy hermosas. Casi nunca paramos", explicó.
Mario es un hombre de 62 años, es amable, de semblante tranquilo, como si estuviera en completa calma. Se encarga del registro de los libros, organiza los préstamos y lleva un control de quienes se los llevan a las celdas.
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"Error" lo llevó a penal
Admitió que ingresó al penal tras haber cometido un crimen, pese a que no estaba involucrado en actividades ilícitas, por lo que su refugio fueron los libros. Una especie de trance en el que se podía evadir y asiduo a la música clásica, la lectura y la educación, encontró en la biblioteca el lugar ideal dónde trabajar y ganarse algo de dinero para solventar sus gastos dentro de la cárcel.
" Comencé a pintar rosas para un compañero y eso me motivó a seguir adelante. Aquí asesoro a los compañeros sobre los libros que necesitan o que buscan para distraerse o hacer su tarea, además pinto", indicó.
Mario es ingeniero titulado, pero por "un error llegué aquí", se dedicaba a la construcción y el mantenimiento de carreteras, ajeno a la delincuencia, de modo que cuando ingresó al penal, decidió dedicarse al área educativa y a base de trabajo, se ganó la confianza para encargarse del lugar.
Mejoró técnica
Antes de cometer el crimen que lo llevó a la prisión, tuvo bases sobre la pintura, gracias a su mamá, ya en el penal aprendió técnicas que le permiten pintar desde paisajes y objetos específicos, hasta familias enteras, por ejemplo cinco integrantes de una familia con un paisaje.
"Normalmente me piden fotografías de sus papás , de su esposa, sus hijos. El trabajo se lo llevan a su casa los familiares de los internos", platicó.
Por cada uno de estos trabajos gana 200 pesos por semana, en promedio, pero es importante porque dijo que se mantiene ocupado, trabajando, que es útil como terapia ocupacional. "Me gusta porque se me va el día rapidísimo, todo el día me la paso pintando y cuando llega la noche en mi estancia me pongo a leer", acotó.
Para Mario es una "fortuna" poder estar inmiscuido en el arte y la cultura pese al encierro, pues le permite que todos los días sean distintos, generando dinero. Además, tiene cierto aprecio por parte de sus compañeros, pues lo identifican como un compañero con más conocimientos, que les brinda ayuda.
"Entramos a las 09:00 de la mañana, me dedico a la limpieza del lugar, el orden. Es un refugio cuando llegan todos aturdidos y se relajan aquí, piden un libro, se ponen a leer. A las 12:00 horas vamos a pasar lista y por la tarde nos reportamos a la lista, tomamos la cena y es así el día", narró.
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lr/rdmd
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