Toluca, Méx.— Gonzalo Quintero Ruiz es uno de los 36 monitoristas que tiene alguna discapacidad motriz o auditiva y que trabaja en una de las dos sedes del Centro de Control, Comando, Comunicación, Cómputo y Calidad (C5) en el Estado de México, ubicadas en Toluca y Ecatepec.

Este joven sordomudo es parte del equipo que observa lo que captan las más de 19 mil cámaras que alertan sobre la comisión de delitos. Actualmente hay 14 personas con discapacidad motora y 22 con auditiva en el área.

Gonzalo estudió hasta la preparatoria y en 2018 vio una oferta laboral para ingresar al centro de monitoreo, por lo que llevó su currículum. Fue entonces que una capacitación de la empresa Seguritech le permitió adquirir las habilidades que le solicitaban.

Tras pasar una serie de exámenes, como el de control y confianza, la carta de no antecedentes penales y haber demostrado sus habilidades, logró ingresar.

“Estoy muy feliz, no quiero irme a otro empleo, me gusta mucho estar aquí, pertenecer a este lugar y quisiera hacer una carrera profesional en este sitio”, explicó el joven de 36 años de edad.

Gonzalo es uno de los monitoristas más destacados, aun cuando entre sus compañeros hay quienes tienen licenciatura y otros estudian una maestría.

“Tenemos la misma capacitación que el resto, iguales oportunidades, nos dan todas las alternativas de crecimiento”, sostuvo y añadió que “en este lugar encontré mi vocación”.

Para comunicarse, las personas con discapacidad auditiva aprendieron a redactar informes ya sea en papel o con un dispositivo.

De acuerdo con el subdirector de Videovigilancia del C5 estatal, José Luis Amado Mauro, es casi impecable su redacción, aunque sí diseñaron en conjunto con los sordos y sordomudos tecnicismos que se utilizan en el ambiente de seguridad, para identificar con más facilidad asuntos que requieren atención inmediata.

Gonzalo observa detenidamente las pantallas en la computadora, detrás hay un enorme panel con imágenes de la calle, son cientos de puntos en los que se enfocan, y cuando observa movimientos extraños, señala uno, escribe el reporte, lo entrega a su superior y éste emite una alerta, si es necesario.

Para comunicarse con quienes no saben el lenguaje de señas, aprendieron a redactar las cosas que son importantes. “Doy las gracias por trabajar aquí en el C5 Estado de México y agradezco la oportunidad”, expresó.

De acuerdo con el subdirector, la integración al equipo de trabajo impactó de forma positiva en todo el personal, que decidió aprender a comunicarse con personas sordomudas y sordas. Además, desarrollaron un lenguaje exclusivo que les permite identificar emergencias, pues en el lenguaje de señas no hay movimientos precisos para decir: arco carretero, robo o huida.

Explicó que el C5 no es el único en el país ni en la entidad que integró a la plantilla laboral a personas con discapacidad, pero sí fue pionero e inició con cinco personas, algunas con debilidad visual, y el proyecto creció cada año, por la eficacia en los resultados de su participación.

“Muchos han desarrollado habilidades que permiten identificar objetivos, delitos en tiempo real, personas que necesitan auxilio”, aseguró.

Detalló que los empleados con discapacidad son personas que logran mayor concentración en comparación con el resto de los compañeros, pues agudizaron su observación.

Entre los casos de éxito hay la intervención oportuna en robos a transeúntes, de autos, así como en el procesamiento de datos, con los que se generan productos de inteligencia.

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