El primer día de la reapertura de plazas comerciales en medio del semáforo rojo por Covid-19 no fue muy concurrido por los capitalinos, quienes no abarrotaron las tiendas, pero sí se dieron a la tarea de aprovechar las rebajas que había en diferentes negocios.

EL UNIVERSAL recorrió tres plazas en diferentes zonas de la capital y observó que si bien las personas aprovecharon para entrar a tiendas de ropa en su mayoría, no todas se animaron a ingresar, pues en algunas zonas los pasillos lucieron desolados.

En su reapertura, capitalinos no abarrotaron las plazas
En su reapertura, capitalinos no abarrotaron las plazas

Lo contrario ocurrió en Parque Delta, donde los clientes se formaron para entrar. Las personas en la fila se juntaban por momentos en los accesos, pero fue rápido el avance.

Mientras, trabajadores llamaron a los clientes a no permanecer tanto tiempo frente a los registros de temperatura, pues se activaban automáticamente.

A través de un megáfono se llamó al orden para ingresar y para que las personas no bloquearan la entrada o se colocaran justo en la zona por donde accedían los automóviles, pues en la zona de estacionamiento el movimiento fue constante.

En su reapertura, capitalinos no abarrotaron las plazas
En su reapertura, capitalinos no abarrotaron las plazas

“Recuerde que su estancia debe ser de 30 minutos, una persona por familia”, repetía el trabajador en la entrada de Parque Delta; sin embargo, una vez adentro, ningún empleado señaló a las personas el tiempo que debían permanecer al interior.

En este lugar, las mayores concentraciones de gente se dio en los restaurantes, tanto en la mañana como en la tarde, para el desayuno o la comida. Los locales de ropa también registraron un número importante de clientes, por lo que muchos se tenían que formar para esperar su ingreso.

En su reapertura, capitalinos no abarrotaron las plazas
En su reapertura, capitalinos no abarrotaron las plazas

En el sur de la Ciudad, sobre Miguel Ángel de Quevedo, en Plaza Oasis, la asistencia tampoco fue alta, pero dentro las personas únicamente pasearon para observar los aparadores, o para sentarse en la zona en donde fueron habilitadas mesas al aire libre para que los capitalinos pudieran tomar un café, degustar un helado o simplemente pasar el tiempo.

También en este centro comercial se hicieron filas para ingresar a determinadas tiendas de ropa; en una de ellas, la gente llegó hasta el área de fast food.

Una de las particularidades que esta casa editorial registró durante el recorrido fue que en el día uno, muchos decidieron comprar ropa, tenis, o acudieron a comer a algún restaurante.

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