Como cualquier otro día, como si no existiera la pandemia, los hospitales saturados y un alto número de contagios, capitalinos abarrotan las inmediaciones del Mercado de Jamaica, entre el bullicio y las prisas para llegar temprano a casa y así “no contagiarse”; queda de lado la sana distancia, el cubrebocas, no tocarse la cara y los abrazos, pues quienes se encuentran en los pasillos aprovechan para darse “el último del año”.

Nochebuenas, flores de todo tipo, ingredientes para la cena de Navidad, pavos, utensilios de cocina, regalos para los nietos y para las mascotas, son algunos de los productos más solicitados en estas fechas.

En el Mercado de Jamaica, billetes, monedas, cambios y en general el efectivo circula de mano en mano sin tener el mínimo cuidado. Un billete de 20 pesos, en cuestión de minutos es tocado por más de 20 personas; ni uno lo desinfecta y todos, para limpiarse el sudor, se tocan sus rostros.

“De algo nos tenemos que morir, yo creo que todos nos vamos a contagiar si es que ya nos contagiamos y ni cuenta nos dimos. Pero lo importante es estar con la familia”, afirman.

¿Sin importar que se encuentren prohibidas las reuniones, eso piden las autoridades?, pregunta EL UNIVERSAL.

“Eso vale madre, quizá sea la última Navidad que pasemos juntos y pues a disfrutar”, comenta don César, quien durante toda la semana ha esta comprando cosas en este mercado y hasta el momento no le ha pasado nada malo.

La señora Beatriz tiene su teoría de cómo evitar que se contagie del mortal virus.

“Aquí estamos todos, en todos lados hay mucha gente, por eso lo que hago es no’más salir un rato y regreso a mi casa luego luego, así no me contagio”, expone la mujer de 60 años, quien alcanza a llevarse tres nochebuenas y dos “paveras” para utilizar el próximo 24 de diciembre.

A pesar de que la fila de vehículos para ingresar al estacionamiento del mercado se extiende hasta el cruce de las calles La Viga y Guillermo Prieto, de la colonia La Viga, en la alcaldía Venustiano Carranza, los comerciantes aseguran que la ventas mermaron de manera considerable, apenas han ingresado 30% máximo de la derrama que tradicionalmente se generaba año con año.

“Apenas nos estamos recuperando, no podemos dejar de vender, todo lo que estamos vendiendo lo teníamos comprado y eso sí nos pega porque son productos de temporada. Tratamos de cuidar, mantener las medidas de sanidad y pues la gente también, al final del día, que sea lo que Dios quiera”, manifiesta Édgar, vendedor de piñatas y frutas para los ponches.

Artículos como piñatas, juguetes y frutas no eran desinfectados y así entraban a los domicilios donde hay personas de la tercera edad y del sector vulnerable, pero eso no importa, lo que realmente era del interés de la gente es llevar los preparativos para la cena.

“Los únicos que salimos somos mis hijos y yo, a mi mamá la estamos cuidando en casa. Bueno ya me voy antes que me contagie”, añade Beatriz, al tiempo que le da unos pesos al acomodador de autos.

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