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Hace 20 años, a Susana Perea le detectaron cáncer de mamá y con quimioterapias venció a la enfermedad. Pero transcurrieron casi dos décadas para que pudiera acceder a la cirugía reconstructiva de seno. Ahora, dice, que recobró su seguridad, no tiene miedo y quiere salir adelante. “Estoy viva, ¿qué es lo que sigue?”, se pregunta.

Para ella, quien tiene 59 años, el padecimiento no sólo le costó que su salud mermara, sino que perdió a su esposo quien, relata, no pudo resistir que perdiera un seno al grado que no podían sostener relaciones sexuales. “Mi esposo se fue, a raíz de esto se fue alejando, se fue de casa, no volví a tener relaciones sexuales. Me decía: ‘Siento que te lastimo’, y no podía tener la relación sexual porque no tenía un seno. Cada una de nosotros sufrimos y tenemos un proceso diferente. Tiene 10 años que mi esposo se fue y ahora vive con otra persona”.

Se quedo a vivir con sus hijos en la delegación Iztapalapa, quienes se encargan de su manutención. La ex maestra de secundaria dice que se dedica a vende productos para ayudar con los gastos en la casa. A raíz del proceso de reconstrucción de sus senos, también ha tenido apoyo sicológico y ayuda para aprender algún oficio y poder valerse. Está entusiasmada y comenta que aún no decide qué es lo que hará.

Le falta todavía una cirugía para completar el seno, pero recuerda la primera vez que recuperó el seno con el expansor. “Se ve uno diferente, me siento con más ganas de vivir y más joven, empieza a cambiar tu vida”, manifiesta.

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