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Vecinos de las zonas altas de la delegación Magdalena Contreras visten de cuatro a cinco capas de ropa durante el día y se tapan hasta con siete o más cobijas para dormir; sin embargo, no es suficiente para mitigar el frío extremo que, comentan, se agudizó en el primer mes de este año.

“Parecemos pingüinos con este clima”, expresa Samantha Rosales, habitante de la parte más alta de la colonia Ampliación Lomas de San Bernabé y recuerda que el lunes pasado cayó aguanieve, como también ocurrió en las delegaciones Cuajimalpa y Tlalpan.

Una a una, Samantha cuenta las cobijas que tendió en su cama para cubrirse, son siete más las que colgó pegadas al techo y muros de lámina para bloquear el paso del aire helado y la humedad.

“A fines de diciembre bajaron más las temperaturas, llevamos cuatro años aquí y no habíamos sentido este frío”, agregó la joven, quien cuida a su hijo de cinco meses, el menor está agripado debido a las bajas temperaturas.

Las enfermedades respiratorias son la constante entre los vecinos que viven en las partes más altas de esta demarcación, unos 69 mil vecinos de Contreras que son los más afectados con este clima gélido a orillas del bosque.

“La gripe es constante, yo calculo que hemos llegado a estar hasta menos cinco grados, esta vez el clima ha sido más intenso”, narra el señor Francisco Portillo, quien lleva 40 años de vivir en la zona.

Destaca que los colonos requieren apoyos como cobijas, pero lamenta que en su mayoría los partidos políticos son quienes entregan la ayuda, por lo que solicita que el reparto se haga sin ninguna distinción de colores.

Por su parte, la señora Carmen Uribe expresa que es difícil acceder a apoyos como cobijas o cobertores, pues la mayoría se canalizan a otras colonias.

Para doña Carmen, una de las desventajas del frío es que le provocan dolor en las rodillas y en los pies, pues se le dificulta caminar, por lo cual espera con ansías que ya suba la temperatura, porque describe que el frío en la parte alta de Contreras a veces ni la deja dormir; pese a que se cubre con siete cobijas “pareciera que estuviéramos acostados afuera en la calle”, comenta.

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