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Mauricio Nares Vera,
conocido como el Wolverine mexicano por su parecido al héroe del cómic y el llamado, incluso por compañeros, “conductor más amable” del Metro , es quien hoy, debido a la pandemia por Covid-19, le recuerda a los usuarios que deben cuidarse.
Con gorra y cubrebocas, sale del convoy y en el andén de cada estación su voz se logra escuchar: “Gracias. Recuerden lavarse bien las manos, usar el cubrebocas y guardar su sana distancia. No bajen la guardia, porque todos los días la muerte viaja con nosotros en el Metro”.
Maury, de 52 años, ha trabajado 29 años como operador. Identificarlo ahora con el personaje del cómic es difícil.
Detrás de esos mensajes de seguridad, se refleja la preocupación de Maury por la salud de todo aquél que viaja en su tren, pues dice que el riesgo de contagio es latente.
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“Me cuido mucho, ya que en casa podría contagiar a la familia, a mi esposa, hijos y nietos, entonces me concentro en todo lo que hago y lo que toco durante mi jornada.
“Al llegar a casa, lavo mi cara y mis manos; me aíslo un poco y trato de no hablar sobre el virus y mantener la alegría y el ánimo en el hogar, pues creo que el estrés y la preocupación pueden bajar las defensas”.
El Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, desde que inició la pandemia, es un lugar de riesgo por el número de usuarios que transporta, aunque la afluencia ha bajado por las medidas restrictivas.
La red de transporte apoya a sus trabajadores otorgándoles kits de desinfección, los cuales contienen una careta, un paquete de cubrebocas, guantes, gel antibacterial y una botella con líquido para limpiar la cabina, que por ocho horas se convierte en su hogar.
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Antes de salir de casa, sus hijos, Alaín y Shareety, le piden a Mauricio que se cuide mucho, y de hecho es la preocupación de su familia la que hace que él se ocupe de extremar precauciones, pues además de usar el cubrebocas que se le da en el kit, su hija le compra otros. Así se siente más seguro y da tranquilidad a los suyos.
Previo a entrar a la cabina del que será su tren por unas horas, un compañero checa la temperatura de todos: “Si alguno de mis colegas presenta fiebre, de inmediato se tiene que ir de cuarentena”.
Desde 2001 Maury conduce trenes en la Línea 3 que va de Universidad a Indios Verdes; es ahí donde se puede escuchar su voz, no por los parlantes, como cuando empezó a trabajar, sino a puro pulmón y con un cubrebocas que sólo permite ver sus ojos complacidos de haber terminado de laborar.
Para Maury dar estos mensajes y conducir el tren no es un trabajo, es su vida, porque él es quien se preocupa por aquellos que todos los días utilizan este transporte con o sin pandemia.
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