Hace seis años, aproximadamente, un padre franciscano bautizó como el Santo Niño de la Paz y el Bien a la escultura que ahora se exhibe en Iztapalapa con motivo de las fiestas decembrinas. Mide cuatro metros y pesa alrededor de media tonelada.

Arturo Gómez, su esposa y sus cuatro hijos, que tienen entre 20 y 30 años, son artesanos y fueron los creadores de la figura que ha ganado popularidad a nivel local.

El señor Arturo explica que empezó como uno de sus tantos proyectos familiares: “Este Niño nadie nos lo pidió, se empezó a trabajar por gusto”, cuenta.

“Es una obra inspirada en David, uno de mis cuatro hijos, porque él, en un principio, cayó en las drogas y tuvo visiones en las que se le llegó a aparecer el Niño Dios, entonces pidió que le ayudáramos a elaborarlo”, narra.

La escultura quedó terminada el 24 de diciembre de 2013, y aunque no ha calculado su costo total, cuenta que el dinero salió de sus bolsillos y posteriormente conocidos y una organización llamada Conarte les ayudaron con los últimos materiales que requerían para terminarlo.

Recurrieron también a unos proveedores y amigos interesados en participar con máscaras, vestuarios, escenografías, prostéticos y más cosas relacionadas al cine, teatro y televisión.

Incluso, en la explanada montaron una obra de teatro de 15 minutos con ayuda de amigos de su hijo Israel, quien estudió cinematografía.

El Niño Dios está conformado por un esqueleto de acero soldado, encima lleva una base de espuma de poliuretano, fibra de vidrio y resina poliéster.

“Los ojos los pintó uno de mis hijos, Jonathan Gómez, que es artista y pintor. Hubo una persona que se dedica a hacer piezas de vidrio para figuras de yeso que dijo que nos regalaría los ojos para el Niño, pero hizo pruebas y nunca le salieron porque nunca había hecho unos tan grandes”, refiere.

Al Niño lo rentan para festejos y ha recorrido varios lugares, hizo una “caravana por el bien” en Ixtapaluca, ha visitado iglesias, la Catedral Metropolitana, algunas alcaldías y estados como Querétaro, Puebla y Veracruz.

Algunas agrupaciones le han pedido a la familia incluir en la renta disfrazar la escultura de futbolista, danzante o de San Judas Tadeo, pero no están de acuerdo.

“Él [el Niño Dios] va a manejar siempre sus ropones, que van a ser blanco, azul y plateado”, tiene más de cinco ropajes diferentes, algunos se los han regalado personas que quieren ayudar.

Durante el tiempo que no sale para ser visto por el público, la figura se queda en el taller de la familia Gómez, en la unidad Ermita Zaragoza, Iztapalapa, para ser restaurado.

“A veces sí sufre algunos percances, a la gente le gusta llevarse un recuerdo y discretamente le arrancan las pestañas”, explica.

Por invitación de la alcaldesa Clara Brugada, el Niño Dios estará en la explanada de Iztapalapa hasta el 7 de enero, a partir de las 10 de la mañana.

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