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Vidrios rotos, paredes caídas, escombros y un elevador suspendido a mitad del edificio, así fue como quedó el inmueble en Génova 33, el cual está en proceso de ser demolido.

El daño mayor se encuentra en los últimos dos pisos. El cuarto de máquinas donde se concentraba la operación de los servicios de agua y luz del edificio se vino abajo, lo que provocó que los barandales de las escaleras se doblaran y miles de escombros tapizaran el suelo.

EL UNIVERSAL ingresó a este edificio de 10 pisos que fue construido en 1968, el cual soportó el sismo de 1985, pero quedó gravemente dañado en el temblor del pasado martes 19 de septiembre.

Aunque quedó de pie, será en 2017 cuando dejará de operar debido a las graves afectaciones que sufrió la estructura de este inmueble.

La estructura tenía capacidad para albergar 28 despachos y tres locales. Luego del terremoto de magnitud 7.1 quedaron en el interior sillas, estantes, hornos, mesas y hasta comida, como bolsitas de chicharrones y envases vacíos de cerveza.

En los últimos días los ingenieros han realizado labores de mitigación de riesgos: se ha cortado la corriente eléctrica, gas y agua; retirado escombros y, además, se han identificado los daños en paredes y columnas.

Mientras tanto, los dueños de los negocios han ingresado para sacar algunas de sus pertenencias.

Hasta el miércoles pasado el proceso de demolición se había, detenido debido a que los ingenieros esperaron la llegada de personal de que estudie cómo retirar los elevadores que están suspendidos a mitad del edificio.

Para ingresar al inmueble, los trabajadores deben ocupar lámparas o la luz de sus celulares para iluminar los primeros pisos, pues no entra la luz natural y tampoco hay energía eléctrica.

Ahí se encuentran el directorio de los despachos, la entrada de los elevadores y del estacionamiento, así como el estante del correo.

Conforme se van subiendo los pisos se visualiza que el nivel de deterioro va siendo mayor, primero se notan las paredes cuarteadas, grietas, caída de paredes, hasta que se identifica uno de los tantos daños estructurales del edificio, ubicado en dos trabes que, después del sismo, se separaron; lo que dejó caída de concreto y varillas al descubierto.

“Las fallas más fuertes las podemos tener en los últimos pisos, en los contraventeos que fallaron, también se puede ver el acero que ha fallado”, afirmó el ingeniero Francisco Máximo Izquierdo Ortiz, de la Dirección General de Obras Públicas de la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) de la Ciudad de México.

En el recorrido, el ingeniero explicó que los cables que cuelgan del techo corresponden al retiro de electricidad. En ese sentido, explicó que los trabajos de demolición no se notan a simple vista.

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