Cubetas, tambos, botes y jarras sirven a los vecinos de Santa Cruz Acapixtla, en Xochimilco, para recolectar agua desde diversas fugas, puesto que desde el sismo del 19 de septiembre esta zona chinampera se quedó sin servicio de agua potable.

Pese a que en este pueblo no se reportaron decesos por el movimiento telúrico, los habitantes muestran preocupación “porque las autoridades brillan por su ausencia y hasta acá no llegan las pipas”.

Por la calle de Cedros van y vienen lugareños, montados en triciclos o a pie hasta llegar a la calle de Puente, donde hay tres fugas de agua para poder abastecerse del líquido.

“Desde que tembló estuvimos sin luz, se cayeron los transformadores y el viernes llegó el servicio, pero seguimos sin agua, hay gente de El Paraíso, que es otro pueblo, a llenar sus cubetas porque no nos dicen hasta cuándo habrá”, dicen los vecinos.

Hacia el centro de Santa Cruz tampoco tienen agua. Por ello, la gente se acerca a un socavón que fracturó las tuberías y provocó una fuga a recolectar el líquido.

“Está negra el agua porque se funde con la del drenaje pero aunque sea para el baño”, comentó Gregorio Gutiérrez García, quien atiende una papelería y lamenta que los niños no vayan a la escuela dado que son la fuente de sus ingresos.

El señor Gutiérrez García comenta que la mayoría de los negocios en el centro del pueblo resultaron dañados por el movimiento telúrico magnitud 7.1 grados.

Desde el mostrador, relata que el inmueble, que renta desde hace dos años, tiene cuarteaduras en la fachada y el piso, por lo que será demolido, pero no sabe cuándo, situación que le preocupa porque tampoco sabe si recibirá apoyo del gobierno para estar al corriente de los pagos.

Señala que las ventas en la papelería bajaron, ya que no hay clases en todas las escuelas de Xochimilco y no se sabe para cuándo se reanudarán.

Mientras, la señora Eleazar Pérez Murillo va más allá y comenta que dulcerías y recauderías sufrieron afectaciones y siguen funcionando.

Ella vende comida corrida en su casa y desde ahí pide ayuda a las autoridades porque el temblor tiró una barda en su domicilio, que alcanzó su cocina y la averió.

Su casa, de dos pisos, está a lado de otra que se derrumbó totalmente.

"Tenemos que levantarnos, pero que nos digan si nos van a ayudar. La mayoría de los afectados son los comerciantes", expresa apurada, pues decidía si iba a San Gregorio o a la delegación Xochimilco a solicitar apoyo para construir otra barda y reparar su cocina

"El gobierno está apoyando a gente que no lo necesita", se queja.

A una semana del sismo, el pueblo de Santa Cruz trata de volver a la normalidad. En el centro las actividades económicas, principalmente el comercio, continúa y la gente poco a poco pierde el miedo de volver a salir.

En la plaza principal se realizan diversas actividades, entre ellas un espectáculo con payasos, para entretener a los pequeños y hacerles olvidar un poco la situación de emergencia que vive su comunidad.

Los escombros de las casas derrumbadas ya fueron retirados por decenas de voluntarios que se volcaron a esta comunidad, sin embargo las huellas del temblor siguen: los habitantes sufren por el desabasto de agua y por el destino de lo que fueron sus viviendas.

IGC

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