El tema de la gripe aviar ha dado de qué hablar nuevamente después de que se registraran brotes de ésta en algunos estados del país. Es normal que con esto tengamos un poco de miedo por temor a contagiarnos , pero Georgina del Ángel Cabrera , especialista en nutrición clínica y funcional en el nos dice cómo podemos protegernos sin quitar el pollo de nuestra dieta.

En entrevista exlusiva con El Universal, Georgina mencionó que es posible esterilizar el pollo si la carne o huevos están bien cocinados, no hay riesgo de que se transmita el virus A(H5) o A(H7N9) al humano. Sin embargo, sí hay registro de contagio del virus A(H5N1) en platillos que usan la sangre cruda de aves.

Seguridad extra

Para tener una mejor protección frente a este virus que se transmite por el contacto directo con las aves infectadas o sus heces, lo recomendable es usar guantes y cubrebocas especiales cuando se está limpiando la carne. Después, lava muy bien tus manos y desinfecta las áreas que tuvieron contacto con el pollo. Si lo haces con agua caliente y jabón es mucho mejor.

¿Cómo sé si estoy contagiado?

La doctora Del Ángel Cabrera recomendó, primero, confirmar que hayamos estado expuestos con aves de corral o sus heces entre 2 y 5 días (pueden ser 15 como máximo) previos a los síntomas que son:

Fiebre

alta, superior a los 38°C, sin tos y que no disminuye.

Afectaciones en las vías respiratorias, principalmente, dificultad al respirar .

Diarrea

, vómito o dolor abdominal.

Sangrado

nasal.

Dolor

de encías.

Dolor torácico (entre el cuello y el abdomen).

En los casos donde la enfermedad ya es muy avanzada, se pueden presentar casos de conjuntivitis leve, neumonía e inclusive la muerte.

¿Por qué nos contagiamos?

Cuando el virus entra en “contacto con las células epiteliales del aparato respiratorio, las invaden y las usan para poder replicarse, lo que provoca la muerte de esas células (...). Esto activa la respuesta de nuestro sistema inmune iniciando la producción de sustancias llamadas citocinas inflamatorias, las cuales son responsables de (...) la fiebre y dolor muscular, además de la inflamación de los pulmones”, explica Georgina del Ángel.

Este proceso es inicialmente para combatir el virus, pero, debido a los altos niveles de citocina inflamatorias, se provoca un “daño inflamatorio pulmonar agudo” que poco a poco perjudica los tejidos pulmonares.

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