“¿ Cuán longevo puede ser el vino mexicano …?”. Es la pregunta que surge una y otra vez en múltiples escenarios, buscando descifrar el potencial de guarda de los fermentados que se producen en territorio nacional.

Le platicaba que hace unos días tuve la oportunidad de participar en la fiesta de la vendimia en Monte Xanic . En el corazón de la bodega, junto a Hans Backhoff, director general de la vinícola, y José Antonio Calderón, su nuevo gerente de enología , pude probar la primera botella jamás creada de Gran Ricardo , la cosecha 1994. Confieso haber sido sorprendido por la expresión aromática y gustativa de este vino, por su viveza y, más importante aún, por su capacidad de evolución a futuro.

Gran Ricardo nació hace 25 años como un homenaje a Ricardo Hojel, uno de los cinco socios fundadores de esta vinícola del Valle de Guadalupe (Hans Backhoff Escudero, Eric Hágsater, Manuel Castro y Tomás Fernández). Ricardo buscaba crear el primer vino mexicano premium , un fermentado que fuera capaz de transmitir toda la esencia de los Valles de Ensenada; “sorprender al mundo”, en sus propias palabras. Pocos saben que, además de concebir la idea, el emprendedor mexicano participó personalmente en la integración de aquel primer ensamble, apenas unos meses antes de su fallecimiento. Después de 25 años de guarda, el vino se posiciona como la obra maestra de Ricardo y sus amigos. Lo digo seriamente, con la responsabilidad que conllevan mis palabras.

“Carlos, ¿qué te sorprendió?”. El equilibrio absoluto. Siempre he dicho que Gran Ricardo es un vino que debe evolucionar en cava por varios años antes del descorche , sin embargo, nunca antes lo había dimensionado a tal extremo. Imagine usted una mezcla bordalesa de color teja con destellos naranja, resultado de su larga evolución. En nariz, una explosión de balsámicos, compota de frutos negros, higos cristalizados, caja de puros, cedro recién barnizado, cacao, rosas y violetas deshidratadas, mentol y un agradable perfil de especias tostadas. En boca… ¡Un caldo vivo!, con marcada frutalidad, acidez dinámica, taninos maduros y amargor placentero, un fermentado de larga persistencia, que despliega apetecibles matices de tabaco, café, cacao, especias y balsámicos entre sorbos.

Pero volvamos a la pregunta inicial… “¿Cuán longevo puede ser el vino mexicano?”. En el caso particular de Gran Ricardo es difícil determinarlo y es que, por extraño que parezca, la cosecha 1994 aún evidencia un claro potencial de desarrollo. ¡Sí!, aún existe futuro.

Platicaba con Mauricio Millán, sommelier de Monte Xanic , acerca de la esperanza de vida de esta particular etiqueta; yo aposté a otros cinco años de crecimiento, Mauricio a muchos más. El tiempo dirá…

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