Una barra de mosaicos color esmeralda delimitada por delgados canceles de aluminio, funge como peculiar pasarela. Las “modelos” desfilan con indumentaria elaborada , tomate verde y chile , recostadas sobre antiguos platos de cerámica: son enchiladas . Se trata de un espacio alejado del glamour y las poses , donde entre una buena variedad de platillos mexicanos, preparan unas majestuosas enchiladas, que cualquier buen paladar desearía disfrutar en primer fila. Ubicado dentro del mercado Plutarco Elías Calles, mejor conocido como “El Chorrito ” —que nada tiene que ver con la famosa canción de Crí Crí—, se localiza

. En este lugar, desde hace más de 30 años, han resuelto el antojo de vecinos y empleados de la zona. El menú incluye varias alternativas como sopes, sándwiches o pechugas de pollo a la plancha, pero las estrellas de la casa son las enchiladas. ¿Verdes o de mole? Acaloradas discusiones se han suscitado a partir de las dos alternativas pero en realidad no hay respuesta correcta.

Las verdes tienen el punto exacto de acidez que ostenta una buena salsa guisada y van acompañadas de crema, queso fresco y algunas tiras de cebolla. Vienen en tercia y generalmente se rellenan con pollo, aunque siempre es posible ordenarlas con queso. Algunos asiduos las piden con , un detalle que hace la diferencia. Para desbloquear al siguiente nivel, habrá que incluir una sábana de pollo y un huevo estrellado. Enchilada hecha food porn : el plato es tan vasto que podría ser desayuno y comida, por lo que conviene acudir al medio día.

Su contraparte, las enchiladas de mole —o enmoladas para los puristas—, también es deliciosa. Aquí no hay mucho que hacer, más que tal vez acercarse a la burbujeante olla de barro que contiene el mole y olfatear discretamente su sazón. La tríada de tortillas se fríe ligeramente en aceite para después ser cubiertas de pollo y una cascada de mole poblano que termina por inundar el plato. Dicho excedente de salsa desaparece con ayuda del infalible bolillo, que es más suave de lo que muchos desearían pero cumple

con su función.

Frente a la casi siempre atareada barra, habita la juguería y unas cuantas mesas. Aguas, licuados y jugos de casi cualquier fruta o cereal son preparados al momento por licuadoras cuyas aspas no dejan de girar. Cada bebida es personalizada, aunque tienen especiales como el típico jugo verde o el chingón , que lleva jugo de naranja, cereales y frutas (ordénese bajo su propio riesgo).

Sin importar cuál sea la elección, uno sale de Juguería Lupita satisfecho y con el corazón contento.

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