Hace apenas unos años le compartía mis impresiones sobre Oregon, a la que estudiosos del no dudan en definir como “la región que marcará el rumbo de la vitivinicultura en los próximos años”. Pocas zonas del Viejo y Nuevo Mundo son capaces de sorprender tanto en términos de terruño, enfoque productivo, calidad, experimentación y, más importante aún, trabajo colectivo.

La semana pasada aterrizó en la Ciudad de México el organizado por el Oregon Wine Board con el propósito de difundir la riqueza, diversidad y accesibilidad de sus vinos en México. Previo a la degustación, la sommelier Laura Santander dirigió un seminario junto a Hallie Whyte, directora de operaciones de Soter Vineyards, y David Adelsheim, fundador de Adelsheim Vineyard y uno de los grandes pioneros de esta región. Descubrir nuevamente los paisajes y vinos que definen a este territorio, junto a sus artífices, fue excitante.

Leer también:

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida por  (@turikata) el

Ya le había contado que la historia productiva de Oregon es, relativamente, reciente: la era moderna de la vitivinicultura local comenzó en 1961, con la plantación de las primeras vides de Riesling, Gewürztraminer, Chardonnay, Cabernet Sauvignon y Pinot Noir en HillCrest Vineyard, en Umpqua Valley, de la mano de Richard Sommer. La consolidación de la zona, impulsada por su calidad, sucedió con la llegada del nuevo milenio; las reglas de juego para las AVA’s (American Viticultural Area) que confluyen a lo largo del estado se materializaron apenas en 2002.

Hoy, Oregon reúne cerca de 14 mil 500 hectáreas de viñedos, 72 distintas variedades de vitis vinífera y más de 700 vinícolas. ¿El enfoque…? Siempre Pinot Noir, que representa el 57 % del viñedo total. Tan solo en Willamette Valley, esta cepa significa el 68 % de la producción. E inmediatamente después: Pinot Gris, Chardonnay, Syrah, Cabernet Sauvignon, Riesling…

“¿Vinos?”. Tuve la oportunidad de probar 8 etiquetas capaces de resumir toda la esencia

de Oregon, desde Walla Walla Valley hasta Yamhill-Carlton y The Rocks.

LEER TAMBIÉN:

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida por (@45northpdx) el

Empezamos con Elk Cove Vineyards Pinot Gris 2018, un blanco hiperconcentrado en frutos de hueso, con tonos de miel, masa fermentada y flores blancas. De ahí pasamos a Gran Moraine Chardonnay 2016, de Yamhill-Carlton, bien amplio y agradablemente maderoso, denso y perfectamente balanceado. Inmediatamente después dos excepcionales Pinot Noir: Sokol Blosser Winery 2017 y Soter Vineyards 2017, ambos repletos de frutos rojos y negros, jugosos, con taninos finos y deliciosos tonos tostados en retronasal; el primero, a mí juicio, la gran joya de la degustación.

Totalmente atípico fue Abacela Barrel Select Tempranillo 2016, un tinto cargado de fruta roja madura, musculoso, pero dotado de un frescor sin igual. De ahí al Valley View Winery Viognier 2016, una explosión de frutos tropicales maduros, y enseguida Phelps Creek Pinot Noir 2014, un exponente mucho más clásico, bien cargado de roble. Para concluir, un Syrah 2018 de The Rocks, vinificado en Seven Hills: fresco, con deliciosa textura, acidez vibrante y singular frutalidad. Vinos que, como decía Laura Santander, tienen un mar de posibilidades junto a nuestra gastronomía.

LEER TAMBIÉN:

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses