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Han pasado tres años desde la última vez que visité el Bistrot Arlequín . Mi mente recuerda al restaurante como un lugar sencillo de sazón casero, donde se come bien. Así que, tras una semana algo complicada, esperaba con muchas ansias esa tarde de viernes para abrir una botella de vino y disfrutar del reconfortante sabor de una buena mesa francesa.
Con carta en mano, intenté pedir algunas recomendaciones, pero el mesero no tenía ánimos de hacerlo. Para empezar, optamos por los tradicionales caracoles y la ya famosa tarta de jitomate. Durante la espera, una etiqueta de Nebbiolo mexicano llegó a la mesa. La copa se llenó ⅔ y no pude evitar pensar cuando en las bodas el camarero utiliza la misma estrategia para que uno no lo esté importunando. El vino estaba caliente pero, con amabilidad, otro mesero nos facilitó una manga para bajar la temperatura de la botella.
Tiempo atrás, los caracoles ( escargots a la bourguignonne ) se servían con todo el ritual francés, con un pequeño tridente y unas pinzas especiales para sujetar la concha. Esta vez no fue así, pero su sabor se mantuvo fiel. Mantequilla y hierbas. Lo único en su contra fue la textura, pues la carne del molusco no ofrecía resistencia alguna, aunque el chopeo del pan con la salsa fue inevitable.
Según mi memoria gustativa, la tarta no cambió en lo más mínimo. Al centro, la salsa de jitomate le brindaba el dulzor necesario a la cremosidad y acidez del queso de cabra que lo cobijaba. En caso de que el paladar se sintiera saturado con el lácteo, a un costado lo escoltaba una ensalada de lechuga con aceite y balsámico. Algunos tragos del vino con mejor temperatura, resultaron buena compañía.
De segundo, un Veau à la forestière: estofado de ternera cocido con crema y champiñones acompañados de pasta ; además de un pato confitado con papas a la cacerola . El ave tenía mejor pinta, pues la carne y la pasta venían servidas en un par de contenedores de cobre, postrados sobre una servilleta de papel. No sé si mi esnobismo se impuso pero, por su costo ($245) esperaba otra presentación.
La piel del pato estaba crujiente y la grasa le aportaba la humedad necesaria #WIN. Pude prescindir de las papas, así como de las hojas de lechuga coloreadas con pequeños cubos de jitomate que acompañaban al estelar, pero decidí consumirlas. La carne también gozaba de buen sazón, aunque un toque extra de sal no le hubiera hecho mal al estofado ni a la pasta. Momento en que el vino salió al rescate.
La tarde estaba nublada y el cielo amenazaba con desplomarse. Por lo que decidimos emprender la retirada y disfrutar un postre en otro lugar.
Bistrot Arlequín
Dirección: Río Nilo 42, col. Cuauhtémoc
Tel: 5207 5616
Horario: lun a sáb de 13:30-23:30 hrs. / dom 13:30-17:00 hrs.
Promedio: $700 pesos
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