Reunir, compartir, celebrar, acompañar, consentir, festejar, disfrutar, saborear... Estos verbos podrían ser sinónimos de sentarse a comer en familia y con amigos . Aunque sabemos todo lo que aportan estas palabras en la vida de las personas, el agitado ritmo del siglo XXI deja cada vez menos espacio para compartir todos juntos la hora del desayuno, el almuerzo o la comida. El televisor, el computador o el celular son muchas veces los compañeros de mesa, en detrimento de los beneficios que trae compartir juntos en torno a la mesa por lo menos 15 minutos al día.

Muchos estudios confirman los grandes beneficios de comer en familia. El ritual de sentarse a la mesa tiene un gran poder emocional, y en ese sentido reporta grandes ventajas para cada persona, comenta la sicóloga de familia María Elena López. Estos minutos también reportan beneficios para la salud y el desarrollo de los niños.

1. Cuando se come en familia se alimentan de forma más sana y nutritiva,

y una buena nutrición aporta al desarrollo físico y neurológico de los niños, lo cual repercute en un buen desempeño académico y físico porque cuentan con la energía para las actividades diarias, que son muchas, afirma la nutricionista Angélica Pérez.

2. Es un punto de encuentro importante para las familias

: fortalece los lazos afectivos, acrecienta la comunicación y las oportunidades de compartir. En este sentido es un factor de protección para conductas de riesgo como adicciones y otros trastornos de orden emocional como depresión, estrés y ansiedad.

3. En el tiempo de comer, las personas de la familia intercambian opiniones, conversan y hablan en confianza.

Se hace más fuerte el sentido de pertenencia, ya que comer alrededor de la mesa cohesiona la familia como grupo, y se intensifica la experiencia de estar unidos.

4. También se fortalecen de manera tácita las figuras de autoridad

(desde el puesto físico que ocupa en la mesa cada integrante hasta la dignidad que cada uno ostenta) y los roles de cada uno de los miembros.

5. Mejora el rendimiento académico de los niños y jóvenes.

Incluso está asociado a calificaciones más altas y más horas dedicadas a leer, mayor vocabulario y hacer tareas. Son más exitosos en el colegio.

6. Esta relacionado con mejores hábitos alimenticios.

A través del ejemplo, el cual es una poderosa manera de enseñar, se transmiten valores y costumbres alrededor de la comida, sin tener que estar haciendo énfasis por medio del discurso. Igualmente, se puede ejercer mayor supervisión si fuera necesario. Se ha demostrado que comer en compañía genera una gran satisfacción y sensación de disfrute, además de que hacerlo en horarios regulares está asociado a menos obesidad.

7. Aprender de forma divertida. 

Como este puede ser el único momento del día que compartan todos, por lo menos unas tres veces a la semana, hay que evitar que se convierta en un mal rato a causa de obligar a comer y aprender los buenos modales.

Destine un tiempo y evite que sea un evento que se hace siempre de afán. Aunque la puesta en común de puntos de vista diferentes puede ser parte de la dinámica de comer juntos, no se puede volver un escenario de disputas y confrontaciones, comenta la sicóloga López. Es un momento para socializar lo vivido en el día. Lo ideal es preguntar por esas cosas que los hicieron felices, lo mejor del día. Si se tienen relaciones positivas durante la comida, hay una mejor aceptación de los alimentos, dice la nutricionista Pérez.

No siempre es tan fácil: los padres quieren que sus hijos coman todo lo que se preparó, y el tema de consumir vegetales puede ser un problema. Para esto, la nutricionista recomienda involucrar a los niños en el proceso de compra y preparación de los alimentos. Hay que llevarlos al supermercado y permitirles que los vean y los elijan. Luego, en la casa, pueden ayudar a poner la mesa, e ir asumiendo responsabilidades de acuerdo con su edadâ, agrega Pérez. La idea es poder disfrutar de un momento en familia que alimente el cuerpo y el alma.

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