Historias de hombres, mujeres, niños o nonatos quedan compactadas a un número y unas cuantas líneas que describen su posible edad y las causas de su muerte. Luego, los cuerpos son enviados a alguna institución científica, para que futuros profesionistas aprendan, o a la fosa común del Panteón Civil de Dolores, la más grande de América Latina.
Historias de hombres, mujeres, niños, adultos mayores o nonatos quedan compactadas a un número y unas cuantas líneas que describen su posible edad y las causas de su muerte. Luego, los cuerpos son enviados a alguna institución científica, para que futuros profesionistas aprendan, o a la fosa común del Panteón Civil de Dolores, la más grande de América Latina
En una ciudad con dos mil 105 muertos anónimos, registrados en los últimos cinco años, siempre habrá un nuevo cuerpo que reconocer. Los hombres de bata blanca que laboran en el Incifo realizan un arduo trabajo para intentar obtener todos los detalles de “los olvidados”, como algunas personas los llaman.
Redacción
Edgar Elías Azar, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF) comenta que, por ley, el Incifo debe resguardar los cuerpos 72 horas antes de mandarlos a la fosa común. Sin embargo, asegura que ese plazo no se respeta.
Redacción
“La ley nos da un plazo que la verdad no respetamos, el Incifo, antes Semefo, tiene 72 horas para mandarlo a la fosa común, pero nunca los mandamos en ese tiempo. Hemos resguardado cadáveres por más de 18 o 20 meses o fragmentos humanos que tenemos dos o tres años guardados, esperando que alguna vez puedan ser identificados”, reveló el magistrado.
Redacción
Después de uno a tres meses, los cuerpos son repartidos en diferentes lugares. Algunos son llevados a la fosa común, ubicada en el Panteón Dolores, otros a la Escuela Médico Militar y los demás se dividen en las facultades de medicina de diferentes universidades del país.
Redacción
La UNAM es donde más llegan. Casi 800 cadáveres fueron usados para prácticas médicas de la institución.
Redacción
En entrevista con EL UNIVERSAL, el doctor Sebastián Manuel Arteaga Martínez, jefe del Departamento de Anatomía, comenta que 95% de los cadáveres que ingresan a la Facultad, llegan del Incifo.
Redacción
Anfitrión de los olvidados
“Ya vine. ¿Cómo andan vales?”, es lo primero que dice Israel Cansino cuando llega a su lugar de trabajo. No le sorprende no escuchar una respuesta. Frente a él sólo hay un llano que cubre los restos de miles de personas sin nombre ni apellido.
Redacción
Desde hace 15 años, Israel es el encargado de la fosa común en el Panteón Civil de Dolores. Cada sábado recibe a los nuevos cadáveres que se quedaron en el olvido.
Redacción
A pesar de ser un trabajo temido por muchos, él asegura que en el panteón se siente seguro, “afuera quien sabe quién está”, dice entre risas.