El lodo es la alfombra áspera y pegajosa sobre la que caminan los pies descalzos y maltratados de los niños; la zanja de riego agrícola ubicada en la orilla del campamento es su alberca, sus regaderas y el lavadero para sus madres.
"El fenómeno de la migración a los campos de chile en esta zona tiene cerca de dos décadas"
Son cerca de 150 niños jornaleros en los campos de Coahuayana, Michoacán, condenados a vivir entre la miseria, pues sus padres se oponen a recibir ayuda de los gobiernos estatal y municipal.
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A unos 10 kilómetros de la cabecera municipal de Coahuayana, cerca de 300 campesinos migrantes establecieron un campamento construido de madera vieja y láminas de cartón, de éstos, 148 son niños que trabajan en los campos de este municipio y al menos 90 son indígenas del estado de Guerrero, de acuerdo a documentos en poder de EL UNIVERSAL.
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Del resto de menores, 26 pertenecen a familias migrantes de Colima, siete de Chiapas, cinco de Tabasco, cuatro de Jalisco, uno de Zacatecas y 15 de municipios de Michoacán.
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La jornada para niños y adultos inician a las 8:00 y terminan a las 17:00 horas. De acuerdo a los propios migrantes, el municipio de Coahuayana es uno de los más seguros del país y donde mejor les pagan (200 pesos al día por campesino).
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Alma Delia Valencia Cisneros, regidora de asuntos indígenas y migratorios del Ayuntamiento de Coahuayana, explica que el fenómeno de la migración a los campos de chile en esta zona tiene cerca de dos décadas.
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El 25 de noviembre de 2017, el delegado federal de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS) en la entidad, José Noguez Saldaña, estimó que en Michoacán, en las temporadas más altas de la actividad agrícola, trabajan más de 120 mil niños en el campo.