Tijuana.— Martha Gabriela se planta en la tierra como una de las suculentas que la rodean; están apenas a unas pulgadas del muro oxidado que separa a México de Estados Unidos, en la mitad del Jardín Binacional que logró resistir la embestida de una maquinaria pesada que lanzaron oficiales de la Patrulla Fronteriza hace unos días, cuando destruyeron la mitad estadounidense, pero desde su calma, de rodillas y bañada en el olor de la salvia blanca, se une a la protesta.

Como ella, estadounidenses y mexicanos se reunieron ayer en el área de playas de Tijuana para manifestarse contra las acciones del gobierno estadounidense que le dieron fin a un proyecto que nació en 2007, cuando activistas crearon un jardín de ambos lados del muro con el fin de fomentar la convivencia entre los residentes de ambas naciones y de resistir.

Dan es un residente de Tijuana que, con ayuda de otros voluntarios, no sólo emprendió con la idea de plantar —hasta la fecha— alrededor de 200 plantas nativas de unas 25 especies, sino que también ha sido un guardián del sitio desde el primer ataque apenas a casi un año de haber iniciado, cuando la misma corporación de la Unión Americana ya lo había intentado destruir, y desde ese entonces, tanto él como las plantas aprendieron que la lucha por vivir en la frontera no sería fácil.

“Lo replantamos y lo restablecimos en 2009. Nos ha pasado antes pero tengo la esperanza de que vamos a tener un jardín otra vez”, explica Dan mientras sostiene una pala que piensa usar para iniciar con la plantación de otras especies que ayudaran a reforzar el espacio, que lejos de desaparecer, dice, habrá no solo de regenerarse sino incluso de ser mejor “es para retar a esta política de división”.

La idea de crear un jardín, explica Dan, es que más allá de la militarización de la frontera la seguridad tiene que ver con la amistad y la flora nativa.

Que la colaboración para mejorar nuestro ambiente y la unión familiar es parte de la seguridad, sin que alguno de estos criterios sea tomado en cuenta por la política estadounidense, “entonces tenemos que luchar para que exista y vamos a seguir luchando”.

Para otros, como Martha, la protesta es desde la serenidad.

“Ellos [la Patrulla Fronteriza] hicieron daño no solo al jardín sino a este espacio que es de todos, de donde ellos vienen y comen, que es como hacerse daño a ellos mismos”, asegura.

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