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Morelia.— Para Fortunato Francisco Francisco, padre de la estudiante de la Universidad Michoacana desaparecida desde marzo pasado en Morelia, la fiscalía del estado sí ha trabajado en el caso, pero a cuentagotas.

El próximo 17 de junio se cumplen tres meses de que Nilda Rosario Francisco de la Cruz, alumna de la carrera de Veterinaria, desapareció. Ella tiene 23 años y es originaria de la Ciudad de México.

Desde hace cuatro años, aproximadamente, vivía en la Casa del Estudiante Femenil Rosa Luxemburgo, ubicada sobre avenida Nocupétaro de la ciudad de Morelia.

Francisco Francisco narra a EL UNIVERSAL que a partir del momento que supo que su hija estaba desaparecida, la vida de su esposa y la de él cambiaron por completo. Ahora, dice, están llenos de dolor.

Recuerda que la última comunicación que tuvo con Nilda fue la tarde del domingo 17 de marzo; estaba muy entusiasmada y, entre otras cosas, le dio la fecha de su graduación.

Fortunato Francisco aclara que esa comunicación fue vía telefónica y no por mensaje de WhattsApp, como lo refiere la cédula única de la Alerta Alba que emitió la fiscalía.

La conversación duró entre 15 y 20 minutos. “Me comentó que andaba viendo lo de su vestido de ceremonias; me dio la fecha, que iba a ser el 15 de agosto”, recuerda.

Ese día, la alumna del noveno semestre de Veterinaria salió entre las 20:00 y 21:00 horas de la casa del estudiante donde vivía y desde entonces nada se sabe de ella.

Explica que tardó nueve días en presentar la denuncia de la desaparición de su hija, porque tenían la esperanza de que sólo fuera una distracción de la joven el que no les llamara por teléfono.

El hecho de que sí entraran las llamadas al teléfono de Nilda Rosario les daba un aliento de que su hija sólo estuviera distraída por la etapa de exámenes, pero no fue así.

“La pena de mi hija, el no saber qué pasó con ella, dónde está o qué le hicieron, son preguntas que todos los días nos hacemos nosotros”, dice.

Reitera que hasta hoy en día no tienen ningún indicio de qué pasó con Nilda, pues comenta que la investigación va muy lenta y que el trabajo de la fiscalía es a cuentagotas.

Indagan por su cuenta. Como padres, afirma, por su cuenta —él y su esposa— se han dedicado también a buscar a su hija, pero sin resultados que los lleven a alguna pista sobre el paradero de joven de 23 años.

“Nosotros hemos tratado de platicar con sus compañeros, porque [queremos] que nos digan si ella tenía problemas con alguna persona o que en sus últimos días estuviera preocupada por algo, pero no obtuvimos nada y para nosotros esto es desesperante”, lamenta.

Comenta que desde que no sabe nada de su hija, como padres se han preguntado repetidamente si cometieron algún error o tal vez no le pusieron mucha atención.

“A lo mejor ella estaba pasando por una situación de la que nosotros por falta de comunicación, a lo mejor por eso [no supimos], pero creo que todo eso a veces lo descarto”, destaca.

Francisco Francisco no recuerda algún problema, como padre, que hayan tenido con Nilda y que la hubiera podido llevar a huir de ellos.

Enfatiza que descartaron que su hija tuviera temor por malas calificaciones, pues al investigar supieron que era una alumna que conservaba el promedio de ocho y nueve.

También menciona que su hija les contó que tuvo novio hace más de un año, pero que recientemente no estaban enterados de que tuviera alguna relación sentimental.

Fortunato Francisco describe a su única hija como una chica tranquila. Nunca salía a la calle, le gustaba mucho estar en la casa, ver películas, series y leer libros.

Nilda Rosario no tenía como diversión ir a fiestas y siempre salía con sus padres mientras estaba en la Ciudad de México y siempre tuvieron buena comunicación.

“Con la mamá igual, ni se diga, siempre estuvieron más que madre e hija, yo las veía como amigas porque platicaban bastante”, relata.

El padre de la universitaria asegura que a Nilda le gusta mucho la cumbia, la salsa y la banda, “y en cuanto a películas, en este caso no le vi un género en especial.

“Pero le gustaba mucho leer un libro que se llamaba… me lo pidió la fiscalía… es algo de un sicópata asesino serial. No recuerdo el nombre; se lo entregamos a la fiscalía.

“Le comentamos de ese libro y ellos pidieron que lleváramos el libro, iban a investigar que no hubiera subrayado algunos temas o algo así por el estilo”, explica.

Fortunato describe que la habitación de su hija sigue igual; no la han tocado porque están en espera de que pronto regrese.

En esa recámara están la ropa que le gusta usar: “las falda, los vestidos, la ropa casual, jeans, tenis y perfumes, entre ellos, uno en especial que era el Café, así se llama.

“Hasta el momento no hemos movido nada. Tal como lo dejó así está. En la casa del estudiante, tal como los dejó, así están, la fiscalía checó unas cosas pero hasta ahí”.

—¿Cuál es su llamado?

—Debe haber alguien que sabe o que vio algo. Un compañero, una compañera, porque no puede desaparecer así sin dejar ningún rastro, una huella. Alguien debe saber algo, por temor no quiere hablar. Yo invitaría a esas personas, si saben algo ahí está el número de la fiscalía, al 911, ahí pueden comunicarse y dar su versión, qué fue lo que pasó. Algo pasó aquí y yo creo que alguien sabe.

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