José y Antonia

llevan 30 años juntos, a los 20 se vieron por primera vez en un mercado de la Ciudad de México, pero fue hasta este 14 de febrero que pudieron casarse, pues fueron una de las 172 parejas que contrajeron matrimonio en una ceremonia masiva .

“Paseábamos en un mercado y ahí la vi, y me enamoré, no le pedí matrimonio luego pero sí que estuviera conmigo”, recuerda José. Con los años la pareja se trasladó a Pachuca, donde ahora viven y fue en esta ciudad en que José por 30 años pidió matrimonio a Antonia, pero ella siempre se había negado.

La razón para no casarse, dice Antonia, siempre fue el miedo. La vida no la había tratado bien, primero de niña separándola de su madre para cuidar otros niños cuyos padres la maltrataban por no saberlos atender, a veces sin comer y otras con golpes como castigo por no tener la fuerza suficiente para cargarlos y hacerlos dormir.

Al paso de los años Antonia aprendió a ser desconfiada, por eso cuando José llegó a su vida no creyó posible que alguien la pudiera querer, por lo que siempre esperaba que un día se separarían. Sin embargo, hace siete meses un problema de diabetes ocasionó que a él le cortaran una pierna entonces, dice, se dio cuenta que nada es para siempre.

Con esa convicción, este 14 de febrero Antonia finalmente dio el sí junto con otras 171 parejas, en una boda masiva que se realizó en Pachuca, Hidalgo. Estos matrimonios comunitarios son toda una tradición en la ciudad, pues se celebran desde hace más de 50 años. En la edición de 2018 las parejas como José y Antonia sólo tuvieron que pagar el certificado médico, ya que el trámite fue gratuito. El ayuntamiento, como regaló de bodas, ofreció un brindis y pastel, y rifó un viaje de tres días y dos noches a Huatulco.

Cubierto con una sudadera negra en su silla de ruedas, José entrego a Antonia una rosa amarilla que selló su unión. “No sé qué va a pasar, pero lo que sea, estaremos juntos” señala el hombre.

afcl

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