Morelia.— Además de estrés en exceso, frustración e irritación, los niños en este confinamiento sanitario cargan emocionalmente con el miedo de que sus padres salgan de casa o realicen alguna actividad en la que puedan ser contagiados.

Mauricio y Emilio son hijos de un matrimonio moreliano y se han quedado en casa desde el pasado 15 de marzo, cuando se declaró la contingencia sanitaria por la pandemia de . De 10 y 14 años, respectivamente, para estos chicos el estar encerrados en casa les cambió la vida, pero se dicen conscientes de la emergencia sanitaria que los mantiene en confinamiento.

No pierden el buen humor, pero aun así viven a diario el estrés, la ansiedad, a veces la irritación y la frustración de no poder realizar sus actividades cotidianas.

Mauricio, el más pequeño, comenta que por una parte está bien quedarse en casa, porque es una manera de cuidarse y no ser un factor de contagio. “Así no nos pasa nada y estamos sanos; hacemos cosas que no habíamos intentado, como dibujar y platicar con seres queridos, descansar y estar tranquilos”, dice.

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“Pero, por otra parte, es un poco aburrido, porque no podemos salir ni ir al cole, jugar, convivir con otras personas, tampoco ir a lugares como un balneario, a plazas, a comer, al museo o al bosque”, lamenta.

A su lado está Emilio, el hermano mayor, quien se dice bastante enfadado y aburrido, pues le gustaría salir con sus amigos, con su equipo o con su familia. Ya quiere regresar a clases, porque con los trabajos que le dejan hacer en su casa siente que no avanza realmente, además de que se le juntan las tareas.

“Yo no le encuentro sentido. Yo creo que sería mejor ir todos los días a la escuela, pero ni modo, es algo que tenemos que seguir”, comenta con algo de frustración.

Explica que también se siente mal cuando quieren visitar a algún familiar o cuando ocurre algo en el exterior y no pueden estar o acudir, debido a las recomendaciones.

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A Emilio le provoca dolor imaginar que hay muchas familias que pasan por problemas de dinero y no les alcanza para comprar despensa o cualquier otra cosa que puedan necesitar para vivir durante estos días de aislamiento.

Considera que si algo bueno ha dejado este encierro es que pueden tener buena salud, controlar el contagio y estar con quienes viven con ellos.

Una transformación del modelo familiar

Magali Huerta Rico, licenciada en Sicología por la Universidad Vasco de Quiroga y master en salud pública por la Universidad de Tamaulipas, explicó a EL UNIVERSAL que debido a este confinamiento “está mutando la atención familiar, como es normal, de padres preocupados, temerosos, ansiosos, que están confundidos y han perdido el control de la cotidianidad y de lo que día a día estaba sucediendo”.

La también master degree en Clinical hypnotherapy, por The World Association of Eclectic Hypno-therapist, señaló que desafortunadamente no hay un antecedente en la ciencia de la sicología como el que se vive actualmente, por lo que se desconoce cuáles pueden ser las consecuencias en los menores después de esta pandemia.

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“No sabemos cómo va a repercutir, porque nunca nos hemos enfrentado a una situación como ésta; no tenemos evidencia científica. En términos generales vamos a tener un mayor índice de problemas de salud mental”, alertó.

Expuso que parte de lo que enfrentan los niños “es que el aislamiento social al que estamos obligados por nuestra propia salud afecta a nivel emocional”.

Huerta Rico explicó que debido al confinamiento hay una terrible crisis en todas las personas y más en los menores de edad, porque pierden el contacto con la realidad y con sus rutinas diarias.

Por ejemplo, detalló, los niños desde su esquema de vida ya sabían que se tenían que levantar a cierta hora, ir a la escuela, etcétera, y estas pérdidas impactan más de lo que la gente pudiera imaginar.

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La especialista dijo que el miedo que los pequeños van a sentir es normal, es una sensación que permite actuar a los menores ante el peligro y, en este caso, en su salud y la de su familia, “pero cuando se convierte en una actitud de pavor que los paraliza estamos hablando de un problema”, alertó Huerta.

La sicoterapeuta adelantó que en esta emergencia sanitaria los menores pueden mostrar un apego exagerado hacia los padres y las figuras de autoridad. “Hay que trabajar con ello, explicarles los protocolos que se toman e involucrarlos para que propongan y encuentren, incluso, soluciones”.

Agregó que es normal que los niños puedan estar sumamente irritables”, al final todos lo estamos.

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