Cuernavaca, Mor.— Desde su banco, ella custodia su negocio de dulces y junto con su vecino, un bolero con discapacidad, están atentos al paso de la gente para ofrecer sus productos. Ambos tienen su espacio alrededor del kiosco del jardín Juárez de Cuernavaca, y desde ahí despotrican contra el protocolo sanitario que busca inhibir el exponencial desarrollo de contagios y decesos en Morelos.

“Cuatro meses encerrados es mucho. Quiero saber qué autoridad me va a dar dinero para mantenerme encerrado en mi casa. Si seguimos así, creo que puedo morir más rápido de hambre que de Covid-19”, dicen.

“No me grabes”, pide el hombre y le secunda su amiga. Ninguno de los dos quiere tener problemas porque sus representantes son los únicos que piden declarar a la prensa sobre sus condiciones de trabajo.

El kiosco del jardín Juárez es un ejemplo del mobiliario urbano decorativo de la época victoriana en el Reino Unido, según el cronista Valentín López G. Aranda, y es también un reflejo de la alta movilidad que registra el zócalo de esta ciudad y el soslayo de sus habitantes a las medidas sanitarias preventivas.

El lunes, las autoridades de Cuernavaca colocaron cintas en las bancas para evitar su ocupación, pero la gente se reúne y platica de pie.

“Eso del Covid es una jalada. No es verdad, sólo quieren reducir la población. Nadie, ningún gobernante es Dios, sólo el Señor sabe cuándo me voy a morir.

“Pa’ mí que el Presidente y los gobernadores engañan a la gente como cuando pasó lo de la influenza y el chupacabras. Es lo mismo, toda una farsa”, comenta el hombre mientras acomoda las monedas que ganó durante la última boleada.

Sin embargo, se les comenta que todos deben cuidarse para así disminuir los contagios.

“Estamos hasta la madre de los cubrebocas, de las recomendaciones, conozco a muchos que tienen calentura y tos, pero no van a las clínicas y menos al Seguro Social porque saben que ahí los van a matar.

“Yo tengo una demanda contra el Seguro Social porque mi cuñado entró por una gripe y después sólo le dijeron a mi hermana que sería hospitalizado y de ahí se murió. Nosotros pensamos que el seguro lo mató”, menciona el hombre.

El relajamiento del bolero contrastó con el llamado de las autoridades de Salud a extremar las medidas sanitarias.

Por su parte, el secretario de Salud en el estado, Marco Antonio Cantú Cuevas, dio a conocer ayer que hay un total de 8 mil 930 casos confirmados, mil 528 sospechosos, 349 casos activos y mil 567 defunciones.

Ese reporte, sin embargo, no logra sensibilizar a los vendedores ambulantes y el bolero.

“El secretario no hace nada, sólo cuenta muertos. Todos los días hace y dice lo mismo, no le creemos”, afirman.

Sin embargo, la concentración de personas no es exclusiva del jardín Juárez, sino que también se aprecia alta movilidad en el mercado municipal Adolfo López Mateos, donde algunos cargadores, clientes y taxistas evitan usar cubrebocas o se lo colocan mal porque dejan descubierta su nariz.

Asimismo, en el corredor comercial de la calle Guerrero la situación no es distinta, y las filas de personas comienzan a surgir pasado el mediodía.

Pasan por las tiendas de ropa, zapatos y, de forma extraordinaria, los comercios de telas registran largas filas para entrar.

En ese sitio, Protección Civil de Cuernavaca pintó líneas para dirigir a los transeúntes en direcciones de subida y bajada, pero la gente perdió el orden ante la ausencia de las autoridades.

Asimismo, en algunas plazas comerciales se registran largas filas para ingresar y visitar los escaparates comerciales, tomar un café o simplemente caminar por los espacios rodeados de árboles navideños y su Santa Claus que los espera para la foto.

¿Y cuando llegue la vacuna contra el Covid te la vas a poner?, se le pregunta al bolero.

“Ni madres. Nadie sabe de qué está hecha. Ya viste lo que pasa con la vacuna de la influenza, te la pones y te enfermas. Yo no creo en eso. Tengo más de 50 años y aquí sigo. Yo me voy a morir hasta que el Señor diga”, subraya.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses