Chihuahua.— María Guadalupe Mendoza tiene 54 años y desde hace 28 adaptó su vida a las necesidades de su hijo, Pedro Ontiveros (el segundo de tres), quien nació con una discapacidad intelectual.

Arrastrando una maleta en la que guarda los dulces que vende afuera de una primaria y de una secundaria, María Guadalupe acompaña a Pedro a sus entrenamientos, en los que se prepara para seguir compitiendo en Special Olympics, certamen para personas con discapacidades intelectuales.

En esa justa deportiva Pedro ha ganado medallas de bronce en las pruebas de 100 y 200 metros de atletismo, en las competencias nacionales de Morelia y Puerto Vallarta.

Comenta que es madre de tres hijos, Pedro es el segundo y, desde su nacimiento, la dinámica de la familia se transformó.

“Primero no lo aceptaba, es duro y no es nada fácil enfrentarse a una discapacidad, pero con el tiempo lo fuimos asimilando y ahora le doy gracias a Dios por darme un joven especial que me ha llenado de satisfacciones”, asegura.

La gran fortuna para María Guadalupe es saber que nunca estará sola, pues Pedro es para ella un “ángel que le da fuerza en los momentos más difíciles”, como lo fue hace unos días el deceso de su papá.

“Por primera vez lo tuve que dejar para estar cerca de mi padre en sus últimas horas. Sus hermanos y su papá cuidaron de él.

“A la distancia él me daba fortaleza. En momentos así es cuando entiendes que no a cualquier madre Dios le da un hijo especial”, narra María Guadalupe.

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