Morelia.— Ana Carolina (como se citará a la víctima por seguridad) tiene 27 años y es madre de dos niños de ocho y cinco años. En medio de la pandemia por el coronavirus Covid-19 tuvo que buscar refugio y protección por la violencia que sufría a manos de su esposo.

El hombre, Julio César, trabaja en una taquería de Apatzingán que cerró temporalmente.

Al no tener trabajo, estaba todo el día en su casa o en la esquina con sus amigos. Bebía a diario y el actuar con su pareja era cada vez más agresivo.

“De puta no la baja. Tiene a su familia en condiciones precarias y siempre la agrede con ofensas y empujones, por lo que se tuvo que salir de ese infierno”, relata una persona cercana a la víctima y quien pidió el anonimato.

Ana Carolina no pudo más con esa situación, decidió dejar la casa y se llevó a sus hijos. Consultado por EL UNIVERSAL, el Centro Integral de Justicia para Mujeres informó que antes de la contingencia sanitaria recibía al mes una o dos mujeres violentadas. Ahora, indicó, tienen ocho en su refugio y 13 niños.

En Morelia, Julisa Suárez Bucio, comisionada de Seguridad, reconoció que las llamadas por violencia familiar a los números de atención aumentaron con el inicio del confinamiento.

En enero pasado tuvieron 60 llamadas y 66 en febrero.

En marzo, el número subió a 88, de las cuales 33 fueron en la primera quincena. En la segunda parte del mes, cuando iniciaron las medidas de confinamiento y la campaña Quédate en Casa, se elevaron a 56.

“Hemos tenido un incremento a partir del distanciamiento social”, agregó.

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