El 10 de abril de 2017, la vida de Lizbeth cambió radicalmente. Tras una discusión con su pareja, quien la violentaba frecuentemente, terminó en prisión acusada de asesinar a su marido.

A un año y cinco meses de lo sucedido, un grupo de siete estudiantes, y un abogado lograron su libertad, también, que fuera el primer caso en Coahuila que se juzgó con perspectiva de género. El viernes 7 de septiembre a las 16:00 horas Lizbeth pudo abrazar nuevamente a sus tres hijos.

Desde la Clínica Jurídica Inocente de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila (UA de C) Lizbeth fue defendida sin costo alguno.

“Tomamos su caso después de analizar varios, porque su Defensor de Oficio, asignado por el Estado, ni siquiera iba a verla”, dijo a EL UNIVERSAL, Ricardo Giovanni Hernández Espitia, coordinador de la Clínica, integrada por jóvenes de 20 a 22 años de edad.

“Este caso sienta un precedente porque la jueza María Luisa Valencia García, resolvió tomando en cuenta la violencia que sufrió la joven mujer, de 27 años de edad”, explicó.

El refresco.

El 10 de abril de 2017, fue el día mortal, cuando José “N” -pareja de Lizbeth- le gritó a la mujer que le sirviera refresco. Ella, harta de maltratos y órdenes, le respondió tajante: “sírvetelo tú”. Jamás se imaginó que “desafiarlo” desencadenaría una tragedia que la llevaría tras las rejas.

Lizbeth Rodríguez Ortiz, originaria de la ciudad de Torreón, tiene tres hijos, de ocho, cinco y tres años, pero solo el último es de José “N” con quien vivió en unión libre poco más de tres años.

Ambos trabajaban como empleados en una taquería. Ella asegura que lo amaba, pero él la maltrataba constantemente y poco a poco lo dejó de querer.

Se cansó de la pobreza, de los gritos, amenazas y golpes, de la miseria en que vivían, pues eran nueve personas habitando un mismo cuarto de vecindad, en la colonia Villas de La Merced, sector popular de la ciudad.

“El cuarto de siete por cuatro metros servía de cocina, comedor y recámara para ella, su pareja, sus tres hijos (dos niños y una niña), un primo (de José), su esposa y sus dos hijos”, relató.

Hace un año y cinco meses, ella llegó cansada y fue cuando ocurrió la tragedia, después de que se negó a servirle la coca, José la corrió de la casa.

“Lárgate, no te quiero volver a ver, eres mi mujer para eso te quiero, para que me sirvas”, gritó.

Al ver que Lizbeth hacía su maletas para irse, José la cacheteó, la golpeó salvajemente, la jaló de los cabellos y la arrastró por el piso para no dejarla ir.

Enfurecido, José se dirigió hacia la cocina donde agarró un cuchillo, luego la sentenció: “ahora sí, ya valiste”.

Como pudo trató de evadirlo, forcejearon, la tumbó y cuando ella estaba en el piso, se le echó encima y quiso clavarle el cuchillo, pero no lo logró, el arma se le zafó de la mano y cayó al suelo.

La joven sostiene que no se acuerda que pasó después, en qué momento le encajó el cuchillo, sólo recuerda cuando el hombre exclamó: “ya valió mad…” luego apareció la escena donde él nadaba sobre un charco de sangre y el cuchillo ensartado debajo de su tetilla izquierda.

Por el escándalo el primo entró cuando José dijo: “Fue un accidente”.

Cuando llegó la policía la prima insistió en que había sido un robo y que no sabían quién había apuñalado al hombre y así Lizbeth lo declaró después ante el Ministerio Público.

Cuando fue requerida por el fiscal para que reconociera el cadáver de su ex pareja, elementos de la policía fueron por ella, pero jamás volvió.

En las instalaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE) la arrestaron y se la llevaron a la cárcel de Torreón, días después la trasladaron al Centro Penitenciario Femenil de Saltillo, donde pasó un año con cinco meses.

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