Jesús tiene 37 años y se siente bendecido tras haber sobrevivido al diagnóstico positivo de Covid-19. Labora como arquitecto independiente en un despacho que puso tras varios años de trabajo, mismo que hoy tuvo que cerrar, tras las secuelas que la enfermedad dejó en su salud.

Recuerda haber recibido el diagnóstico luego de haber manifestado fuertes dolores de cabeza y ojos, a los que siguieron la pérdida del gusto y del olfato. “Pensaba que era un resfriado, pero, poco a poco, los síntomas se hicieron más fuertes”, relata en entrevista con EL UNIVERSAL.

Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), como Jesús, 76% de la población del estado carece de seguridad social. Ello lo obligó a acudir a servicios médicos particulares, pues al no presentar síntomas “graves” enfrentó el virus en casa.

En un principio, recuerda, acudió a un consultorio de farmacia, donde pagó 40 pesos por atención médica, ahí le sugirieron realizarse la prueba para detectar el virus.

Ante la incertidumbre, fue a un sitio particular, donde cada una de las consultas que le realizaron cada semana desde entonces le costaron 500 pesos.

El precio de las varias pruebas que se realizó, agrega, fue de entre mil 800 y 5 mil 500 pesos; el monto depende de qué tan rápido sean requeridos los resultados y del laboratorio que realice el examen. “Es una prueba dolorosa, pero lo más difícil es esperar el resultado, tarda 48 horas”, comenta.

“No puedo decir exactamente cómo o dónde contraje el virus. Desde hace meses, mucha gente volvió a sus actividades.

“Yo tengo que trabajar para poder costear mis gastos y eso con- lleva el uso de transporte público, el contacto con clientes y el acudir a lugares donde las medidas no son tan estrictas, como supermercados, pues las casas deben abastecerse”, añade.

Los medicamentos, que requirieron un gasto superior a los mil pesos por receta y le generaron un desembolso de 6 mil pesos por todo el tratamiento, fueron sólo algunas de las facturas que Jesús tuvo que pagar.

“Estaba por comprar un medio de transporte, todo el dinero que tenía reservado para ello lo ocupé, poco a poco, en pagar las cuentas que con el tiempo aumentaron... hasta que mi ahorro se agotó”, señala.

Jesús habita en una casa de interés social con su mamá, ama de casa, y su papá, obrero jubilado que recibe una pensión de 5 mil pesos. Por ello, el golpe fue tan duro, pues a los gastos del hogar se sumaron los médicos.

Después de iniciar su tratamiento, requirió una tomografía computada de tórax, de casi 2 mil pesos, así como la compra de un oxímetro de más de 500 pesos.

Con el paso de los días, la dificultad para respirar obligó a Jesús a adquirir un concentrador de oxígeno, cuyo costo fue de 20 mil pesos. “La compra tuvo que realizarse de manera urgente porque no había concentradores disponibles para renta”, señala.

Desde el inicio de la pandemia, negocios rentan concentradores de oxígeno por unos 6 mil pesos al mes, para pacientes positivos al nuevo coronavirus. Sin embargo, el aumento de casos propicia que los concentradores disponibles para renta se agoten.

Jesús recuerda que estuvo a punto de ser hospitalizado; además, tuvo que repetir las pruebas en diversas ocasiones, pues su estado de salud no mejoraba, por lo que la intubación era una opción cada vez más viable.

Según estimaciones del sector Salud, los gastos por hospitalización, que dependen del lugar, van desde 25 mil pesos hasta 40 mil pesos diarios. “Consulté vía telefónica en varios sitios. Algunos incluso solicitan un anticipo de 100 mil pesos como garantía de que vas a pagar”, dice.

La estimación oficial se queda corta. Según una búsqueda de EL UNIVERSAL, si un paciente requiere de ser internado y opta por una clínica privada, ante la saturación de 14 hospitales públicos en el estado, el costo va desde los 30 mil pesos por noche y asciende hasta los 80 mil si se requiere apoyo de ventilador,

Jesús no tuvo que ser hospitalizado, pero entonces, el virus había sido detectado en sus papás, quienes comenzaron el proceso de recuperación en casa, lo que aumentó los gastos.

Ambos de la tercera edad, cursaron la enfermedad sin síntomas, pero también requirieron varias consultas, medicamentos y pruebas de laboratorio.

Como ellos, de acuerdo con los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), hasta el 15 de enero, 82.5% del total de los pacientes con Covid-19 en el estado han cursado la enfermedad en aislamiento domiciliario. Esto significa que, de cada 10 contagiados, ocho han tenido gastos que pueden ir desde los 60 mil pesos y hasta los 120 mil pesos, que en el caso de Jesús obtuvo de un préstamo bancario.

“Estábamos aislados, solos y también preocupados. Los bancos, con la emergencia sanitaria, ofrecen préstamos de hasta 120 mil pesos. Esos préstamos se pagan hasta en seis años, con mensualidades que se cobran desde tu tarjeta cada quincena. Al final pagas más del doble de lo que pediste, pero no hay otra opción”.

Luego de más de un mes de pruebas y tratamiento, la familia por fin obtuvo un diagnóstico negativo en la prueba para la detección del virus.

Sin embargo, Jesús no ha podido recuperar sus ingresos y resultó con secuelas respiratorias que lo mantendrán en tratamiento por varios meses más.

Aún así, celebra que las consecuencias hayan sido menores para su familia, pues conoce a quienes han tenido que hipotecar su patrimonio y despedir a varios familiares. Por ahora, él valora solicitar otro préstamo para recuperarse.

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