La suma de la población y los turistas que visitan Holbox —2 mil 500 residentes, más mil 800 visitantes— generan diariamente 30 toneladas de residuos sólidos. La cifra se duplica durante las temporadas vacacionales.

A 10 minutos del centro, hacia el oeste de la isla, se encuentra la central de transferencia, llena de residuos sólidos, sin separación, ni clasificación, a menos de 100 metros de cuerpo de agua. El predio, al igual que toda la isla, forma parte del Área Natural Protegida de Yum Balam.

Con el cambio de gobierno hubo una intervención emergente en el centro de transferencia (tiradero a cielo abierto) que se incendió el año pasado, provocando problemas de salud pública en los habitantes, además de afectar la calidad del paisaje.

El sitio es un verdadero foco de infección: carece de geomembranas que protejan el suelo y subsuelo de los líquidos tóxicos que expide la basura en descomposición (lixiviados) y que eviten que estos se filtren hacia el acuífero subterráneo, apenas a 40 centímetros de distancia del suelo. Tampoco hay albercas para almacenar ese tipo de fluidos y brindarles tratamiento.

Sobre las montañas de basura revolotean decenas de zopilotes entre desechos orgánicos y ropa vieja, cajas, refrigeradores, televisores, lavadoras, colchones, entre otras cosas. A un costado, está el cementerio local.

“Esto que ven no es nada. El año pasado cuando la crisis de la basura, los desechos llegaban hasta el cementerio, o sea cerca de nuestros seres queridos”, recuerda Eduardo Pacheco Cetina, integrante de la agrupación Alma Verde y colaborador de otras organizaciones que defienden el medio ambiente en Holbox. El activista explica que el origen de la problemática del manejo de residuos es que se carece de cultura para su separación y de recursos para darle una disposición adecuada.

Apenas dos hoteles comenzaron a implementar estas iniciativas desde el año pasado, señala el ambientalista, quien explica que se contrató a dos empresas para el manejo de residuos peligrosos.

En tanto, el alcalde de Holbox, René Correa Moguel, señala que es necesario que se compren camiones que recolecten, separen y compacten la basura, para sacarla de la isla y no dañar el manto freático.

“La solución de la basura es sacarla de aquí. Hay muchos proyectos, como biodigestores y hacer composta, que podrían ayudar, pero la solución es no tener basura para no lidiar con lixiviados, ni fauna nociva.  La basura está revuelta, no clasificada, no tenemos personal para separar porque dependemos del ayuntamiento (de Lázaro Cárdenas)”, explica.

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