SABINAS.- Son las siete de la tarde y a unos dos kilómetros de la mina de Agujita, donde 10 mineros permanecen atrapados, un desfile de camiones llega y sale de la maquila Jaropamex, que se dedica a la costura de cubreasientos para automóviles.

Los hombres y mujeres que suben y bajan de los autobuses provienen de los municipios de Nava, Múzquiz, Progreso, Juárez o Rosita, como la señora Cruz. “No hay trabajo”, se queja.

En esta región minera, la clase trabajadora labora en el carbón, depende del carbón o trabaja en maquilas. En esta fábrica, por ejemplo, el pago semanal es de mil 500 pesos. En una mina, a un carbonero le pagan de 100 a 150 pesos por tonelada y llega a sacar   unos 2 mil 700 pesos en una semana  por cinco horas de trabajo diario bajo tierra.

Sin embargo, así como las tragedias se repiten en la región,   también  los discursos de promesas de diversificar la economía cada que ocurre un accidente.

La  promesa

Hace unos días, en su visita a la mina de Agujita, el gobernador Miguel Riquelme declaró que después del rescate se haría una revisión de las actividades mineras y se diversificaría la economía para dar otras opciones de trabajo a las familias.

Pero no es la primera vez que un mandatario promete diversificar la economía. “Siempre hablan de diversificar, pero no saben ni por dónde empezar”, critica Gregorio Garza, comerciante y presidente de la Cámara de Comercio de Sabinas.

Ejemplifica que recientemente se hizo  un supuesto estudio del clúster minero que encabeza el exgobernador y empresario minero  Rogelio Montemayor, para que  al final les dijeran que la forma de diversificar era construir otra carboeléctrica.

En esta región carbonífera, más de  25% de los empleos directos dependen de la minería y la economía se basa en un 80% de manera indirecta en esta actividad, pues existen muchos comercios, refaccionarias o negocios de proveeduría ligados a la misma.

“Dependemos de   que les vaya bien”, admite Garza. Pero también critica que las autoridades creen que con poner una maquila se diversifica la economía.

 “Les dan un año de renta a las maquilas  y no han podido ponerla. Les dan 8 millones de pesos regalados y no han podido poner nada. Todo se va para otros lugares”, señala.

“Las maquilas instaladas tienen que traer trabajadores de otros municipios. Por la carretera se miran decenas de transportes de personal”, comenta el historiador Ramiro Flores.

Empresarios y la clase trabajadora


 Gregorio Garza explica que un problema en la región carbonífera es que no hay una clase media consolidada, y por eso se acentúa la dependencia al carbón: “Existen los grandes carboneros y la clase trabajadora de las maquilas o los mineros. Los que compran y venden carbón invierten en otro lugar”, dice.

En la región no hay desarrollo y persiste la misma situación de carencia de hace años, asegura Cristina Auerbach, activista y directora de la Organización Familia Pasta de Conchos.  

“Todo el dinero del fondo minero va a los municipios, no a los pueblos mineros. Y sí hay diferencia. En las cabeceras viven los empresarios del carbón y ganaderos. En los pueblos viven los mineros y sus familias. Son pueblos muy pobres”, explica.

Son comunidades que nacieron a partir de la llegada de empresas carboneras, como la localidad de Agujita, donde se encuentra el pocito siniestrado.

Para el presidente de la Cámara de Comercio, no se diversifica la economía porque el carbón beneficia a mucha gente que no tiene que ver con el carbón, como los políticos.

También cree que no hay verdaderas inversiones porque toda la región (183 mil habitantes) representa menos de 4% de la votación en todo el estado.

“No tenemos peso político ni económico”, dice Garza.

“Se trata del control de la región”, añade Auerbach.

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