Los sismos y las lluvias siguen golpeando la economía y tranquilidad de los pueblos istmeños, un ejemplo de ello es Santa María del Mar, comunidad dedicada a la pesca, que desde el temblor del 7 de septiembre sobrevive apenas de las despensas y los actos solidarios que tienen sus habitantes.

“El gobierno se olvidó de Santa María del Mar”, aseguran autoridades de la demarcación a donde la ayuda sólo llega por aire o por agua. El agente municipal, Matías González Martínez, recuerda que cuando sucedió el sismo de 8.2 grados, “el pueblo permaneció en la penumbra y el olvido por casi una semana”.

Cinco días después de lo sucedido, por carretera, llegó el gobernador Alejandro Murat, quien aseguró que la circulación vial se había restablecido tras nueve años de un bloqueo que mantienen los habitantes de San Mateo del Mar, pero no fue así.

Según los pobladores, el gobierno del estado pagó y dejó ayuda para poder pasar por la carretera. De Santa María no hay salida y con la cercanía de un norte, los vientos dificultan la navegación de las lanchas, que recientemente transportaron una patrulla por el océano para brindar seguridad en días de escasez.

Autoridades señalan que gran parte de la ayuda llegs por medio de amigos y personas que conocen la situación del pueblo de mil 500 habitantes, pero la mitad se queda en el bloqueo como condición para el acceso al poblado. Los daños se han agravado tras los sismos que siguieron. Primero contabilizaron 130 viviendas dañadas, pero la cifra aumentó; piden incorporar nuevos nombres a la lista de damnificados, aunque no saben si serán tomados en cuenta.

A pesar de la situación, en la localidad no hay albergue ni comedor comunitario, sólo se instalaron 10 casas de campaña frente a la agencia municipal. Las despensas que llegan lo hacen por agua, pero el pueblo costea el combustible.

Para echar a andar una lancha con 50 litros de gasolina, los habitantes gastan mil 70 pesos; sin embargo, se requieren cerca de 300 litros para acarrear víveres de otras comunidades y del propio gobierno.

“Nadie sabe cómo estamos viviendo, no hay comida, no hay caminos y desde hace cinco años no tenemos luz”, acusan autoridades de Santa María del Mar.

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