Cuernavaca.— Con velorios discretos, acompañados sólo de sus familiares más cercanos y custodiados por elementos de la Guardia Nacional, ayer continuaron las ceremonias luctuosas de las ocho víctimas de la masacre de la colonia Antonio Barona.
Al menos seis de las ocho víctimas fueron despedidas en sus domicilios a puerta cerrada y con el perímetro resguardado por los agentes federales.
Dentro de las casas sólo había familiares y, en el exterior, algunos vecinos y amigos a los que se les permitió permanecer ahí. Desde el jueves, en diversos horarios, los cuerpos fueron llevados al panteón de la colonia.
Otras dos de las víctimas fueron trasladadas al municipio de Jiutepec, donde de forma discreta fueron velados y posteriormente sepultados.
Ayer por la mañana, decenas de comerciantes de la colonia Antonio Barona colocaron banderas blancas afuera de sus negocios, como señal de protesta para exigir justicia por los actos de violencia ocurridos durante la semana.
En tanto, policías estatales, federales y elementos castrenses reforzaron la vigilancia en la zona noreste de la capital del estado, luego de la masacre ocurrida en la colonia Antonio Barona.
En la sección territorial también se reforzaron los recorridos de prevención y vigilancia, así como la instalación de filtros de seguridad en las entradas y salidas de la demarcación, para evitar más enfrentamientos entre grupos delictivos.
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