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La noche avanza y el silencio se rompe de vez en vez por el motor de las camionetas tipo pick up donde va trepada una decena de hombres y mujeres vestidos con camisola azul marino y pasamontañas. No se distraen. Agudizan la vista, y en la mano derecha sostienen un radio de comunicación, listo para avisar de algún delito. Son los ciudadanos vigilantes, también conocidos como guardias comunitarios o policías rurales, quienes recorren las comunidades de este municipio.

En enero pasado, cuando la gente de esta alcaldía protestaba por el gasolinazo, se enemistaron con los policías municipales, los acusaron de reprimirlos, les reprocharon que no estaban de su lado. Muchos se fueron. El lugar se quedó sólo con 80 agentes para más de 240 mil habitantes. Fue entonces que se propuso la creación de “ciudadanos vigilantes” y la idea fue bien aceptada.

Su sistema de seguridad en este municipio, enclavado en el Valle del Mezquital, incluye no sólo rondines en camionetas, también hay personas diseminadas en la población, que se mantienen en alerta en caso de que se requiera su presencia. En algunos sitios como Cerritos o El Alberto hay retenes en las entradas y salidas de las poblaciones. Carteles y lonas advierten a los extraños que no son bienvenidos después de las 22:00 horas.

Los vigilantes son coordinados por el ayuntamiento y tienen prohibido dos cosas: la justicia por propia mano y la utilización de armas.

Avanza el sistema. A Ixmiquilpan le precede su fama de pueblo bravo, con gente “entrona”; los vigilantes están a punto de cumplir un año de asumir la seguridad en la zona , apoyados por la policía municipal.

El alcalde, Pascual Charrez, les propuso integrar estos grupos para que en cada población del municipio contara con seguridad.

Elegidos en asamblea comunitaria, los vigilantes tienen que prestar ese servicio sin cobro, durante un año.

El edil asegura que “Ixmiquilpan es uno de los lugares más seguros del país, porque además de los ciudadanos vigilantes hay una asociación de delegados municipales. Ellos están en una red y comunicados de manera permanente, ellos cierran veredas, atoran al delincuente y lo entregan a la autoridad estatal”.

A los ciudadanos vigilantes se les sumarán, en unos seis meses, los policías rurales, que dependerán directamente del Ejército. Al municipio se le pidió apoyo para reclutarlos.

Se estima que 300 jóvenes, de 18 y hasta 30 años, se integren a este grupo, todos originarios de las poblaciones, a quienes el ayuntamiento reclutará y será el Ejército el encargado de su adiestramiento; ellos, dice el alcalde, sí portarán armas.

Destaca que esta policía rural no correrá el riesgo de los grupos de autodefensa de Michoacán, donde replicaron las organizaciones contrainsurgentes de Colombia.

En Hidalgo será el Ejército el encargado de estos grupos; de los vecinos vigilantes, el ayuntamiento.

Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en Ixmiquilpan los delitos que más se registran son lesiones dolosas: al mes se llegan a abrir entre 10 y 17 carpetas de investigación, además de delitos patrimoniales como abuso de confianza, daños en propiedad, fraude y amenazas.

A diferencia de otros municipios donde los robos, extorsiones y homicidios tienen una tasa alta de incidencia, aquí la comisión de estos delitos es mínima, hay meses donde el registro es de cero. En el caso de homicidios dolosos con arma de fuego, hay un reporte de cuatro en el año.

Los ciudadanos vigilantes no tienen horario. Si cae la noche o llega la mañana, deben estar atentos; es pesado, pero más linda la delincuencia, aseguran.

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