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Un teatro lleno y un largo aplauso despidió este domingo a la puesta en escena Olimpia 68, lecciones de español para los visitantes a la olimpiada. una obra conmovedora y al mismo tiempo divertida que, al final, deja una sensación de impotencia y de injusticia por lo ocurrido a los estudiantes el 2 de octubre de 1968.

La puesta en escena comienza con las luces encendidas y varios deportistas gritando de júbilo. Segundos después todo oscurece y los gritos se transforman en miedo y desesperación. Esas dos realidades se mantienen durante toda la obra: por un lado, se ve a los deportistas extranjeros y mexicanos convivir entre ellos y por otro, pares de zapatos en las pistas de los deportistas, gente desaparecida y hasta una mano que sobresale de la tierra y que las autoridades hacen como que no existe.

También hay una realidad más, la de los deportistas que vienen de contextos difíciles: de guerra, abuso, hambruna. En tres horas, las 27 escenas que transcurren entre risas y dolor están amenizadas por música de esa época.

Al terminar el montaje, el director y escritor de la obra, Flavio González Mello, llamó a dos invitados para develar una placa de 30 funciones: Dobrina Cristeva y Héctor Bonilla.

Dobrina, radicada en el país desde hace años, dijo:

“Celebro esta inquietante puesta en escena y que nos ayude a ser conscientes que somos los que recordamos por los zapatos de todos los que ya no están. Gracias por abrir el patio trasero de este país”.

Héctor habló de la importancia de los teatros en este país y deseó que Olimpia 68 pueda encontrar cabida en otro teatro para que este trabajo se siga difundiendo.

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