“Para entonces (2024), la delincuencia organizada estará reducida y en retirada. Los jóvenes no se verán empujados a las conductas antisociales y se privará a la criminalidad del semillero de nuevos integrantes que hoy representa la exclusión de los jóvenes del estudio y el trabajo. Los índices delictivos de homicidios dolosos, secuestros, robo de vehículos, robo a casa habitación, asalto en las calles y en el transporte público y otros, se habrán reducido en 50 por ciento en comparación con los de 2018 y México habrá dejado de ser la dolorosa y vergonzosa referencia internacional como tierra de violencia, desaparecidos y violaciones a los derechos humanos”. PND 2019-2024.

La cita proviene del plan que decidió redactar AMLO, después de que le irritó la versión de Urzúa (RIP). El plan descartado tenía demasiada realidad, racionalidad; había que meterle al documento programático el inflamador efecto de la propaganda, especialidad de la casa. El tiempo se encarga de ajustar aquello que la propaganda vende y la realidad, monda y lironda, deja.

Hoy la línea de comunicación del partido oficial es: seguir construyendo el mejor país del mundo. No lo tenemos (¡ay de mí!), al menos en seguridad. La DEA sostiene, en su más reciente Informe, que los Cárteles de Sinaloa y Jalisco son organizaciones poderosas y peligrosas, dotadas de una capacidad enorme para controlar la elaboración y el comercio de drogas ilícitas.

Pero si por algún prurito se considerara que hay un sesgo en el informe de la DEA, no es inútil remitirse al Informe de Seguridad del 14 de mayo presentado en la mañanera correspondiente. El país real de 2024 tiene desplegados 232 mil efectivos federales. Ese despliegue ha logrado incautar en el sexenio solamente 50 mil armas, el poder de fuego de los delincuentes es enorme. Además, tan poco músculo debilita la narrativa gubernamental ante los vecinos. La denuncia política, la inclusión del tráfico de armas en los objetivos del entendimiento bicentenario y también el litigio estratégico contra las empresas fabricantes de armas se debilitan por el pobre desempeño. Exigir que los vecinos ayuden a controlar el tema y que las empresas se hagan cargo del ciclo completo de las mismas, se fortalecería con una acción más eficaz. En el mejor año, el gobierno aseguró 11 mil armas. Nada que entusiasme.

En cuanto a los detenidos, en todo el sexenio la merma ha sido limitada. Se reporta la detención de 86 mil individuos y los vehículos asegurados suman 96 mil. Nada impresionante. El debilitamiento de las organizaciones criminales es también marginal cuando hablamos del dinero incautado. El aseguramiento ha sido de 656 millones de pesos y 152 millones dólares (nada que ver con Segalmex). Si eso es debilitar el poderío económico de las organizaciones criminales, la verdad es que el esfuerzo ha sido tenue.

Más impresionantes son los aseguramientos de laboratorios de metanfetamina que han evitado la producción de 8,577 toneladas y una afectación de 2 billones de pesos, lo cual nos permite, como decía hace algunas semanas, dimensionar el tamaño de la economía criminal.

La incidencia delictiva en el fuero federal registró (en la última medición) cerca de 7 mil delitos; número muy parecido al promedio de delitos entre los años 2015 y 2017. En el capítulo de los homicidios, la medición de abril nos da 2,622 registros, número muy superior al promedio de 2015-2016 y muy parecido al 2017-2018.

El secuestro y el robo de vehículo han logrado reducirse, pero la musa que inspiró esa visión idílica del 2024, hoy puede consultar el Informe de Seguridad que tiene el mismo origen: es el México de hoy, en sus propias palabras. Hoy, México no tiene nada que ver con lo prometido y visionado.

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